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Aunque el mono se vista de seda...

Directora del Instituto Europeo Campus Stellae

    • 30 may 2014 / 20:33
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    Hoy que vivimos en un mundo donde prima para la gran mayoría la imagen, se me ha venido a la memoria el refrán: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, y la verdad es que me ha entrado la curiosidad como casi siempre.
    Esta famosa frase que hemos escuchado, dicho o leído en mas de una ocasión, no tiene un origen concreto, y tampoco se le puede asignar a una sola persona o hecho histórico, o al menos yo no lo conozco. Pero he encontrado referencias a la misma en diferentes autores y épocas.
    Ya en la antigua Grecia, del siglo VII a.d. Cristo, Esopo, en una de sus fábulas habla de un faraón egipcio que ordenó que varias monas aprendieran a bailar. Su maestro de baile les enseñó a dar varios pasos de baile, y cuando ya estuvieron listas las presentaron en público. Las vistieron muy elegantes de seda. Todo comenzó muy bien, y las monas bailaban al compás de la música. Sin embargo, uno del público tuvo la ocurrencia de ofrecerles unos frutos secos. La monas al ver el delicioso manjar, dejaron de bailar y se fueron instintivamente tras la comida. Entonces el público comenzó también a tirarles más fruta y todo acabó en un gran desastre: ya no bailaron más porque lo que realmente les importaba era alimentarse. Así que la frase final de la fábula de Esopo fue que “aunque la mona se vista de seda, ¡en simple mona se queda!”.
    En Siria en el siglo II, Luciano de Samósata también utiliza una frase parecida, en uno de sus Diálogos en el que dice: “La mona siempre es mona, incluso si se viste de púrpura”. Ya hable en otro artículo de lo que significaba el color púrpura , que era de uso exclusivo de monarcas y aristócratas.
    Erasmo de Rótterdam en el siglo XV-XVI le dedicado a Tomás Moro el Elogio de la locura, donde escribió: “Si, por casualidad, una persona quisiese ser tenida por sabia, no conseguiría sino ser doblemente necia, al modo de aquel que se empeñase en hacer entrar a un buey en la palestra, según dice el proverbio. Del mismo modo que, conforme al proverbio griego, “aunque la mona se vista de púrpura, mona se queda”, sea cual fuere el disfraz que adopte...”.
    Pero uno de los que más me gusta es la fábula del s. XVIII de Tomás de Iriarte La Mona, y que resumiendo, dice con gracia así:
    “Hay trajes propios de algunas profesiones o cargos, con los cuales aparentan muchos el talento que no tienen. El refrán lo dice así: Aunque se vista de seda la mona, mona se queda. Yo también lo diré aquí, y con eso lo verán en fábula y en refrán.
    Un traje de colorines, como el de los matachines, cierto mono se vistió; Lo que averiguado está es que cada cual lo saluda como a un alto personaje, admirándose del traje, y suponiendo sería mucha la sabiduría, el ingenio y el tino mental del petimetre animal.
    Pero vieron por experiencia que la ropa no da ciencia.
    Y que sin ir a Tetuán, también acá se hallarán monos que, aunque se vistan de seda, se han de quedar lo mismo que eran antes”.
    Así que tomemos nota, con tanto desfile a nuestro alrededor y preocupación por la imagen, que carente de otras habilidades no hace sino que remarcar nuestras limitaciones.

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