“El pesimismo es como un virus, por eso hay que ponerse mascarilla”

Me llama poderosamente la atención su capacidad de hacer sonreír a la gente desde su semblante serio… y que impone mucho, doctor. ¿Cómo lo hace?
La verdad es que no es algo que yo haya estudiado, es como me sale. Aprendí en Nueva York hace mucho tiempo que es importante comunicar en términos de que quien te escucha –sea escribiendo o hablando– entienda lo que dices. Y trato de huir de términos médicos o muy técnicos.

Y lo otro es conectar con el público que viene a escucharte y en el Foro Emociona 3 fue fácil porque la gente estaba interesada en escuchar, no eran alumnos que estuvieran forzados a ir a clase. Y eso le añade la capacidad de conectar química y emocionalmente, lo cual también ayuda.

Mirar la vida desde una perspectiva optimista va mucho con uno mismo, pero también podemos aprender, ¿pero dónde? A veces no es fácil ser feliz…
No cabe duda de que la vida te da golpes, la muerte de seres queridos, la separación de personas importantes, hay una lista de enfermedades físicas y emocionales… pero nacemos y nos hacemos, no cabe duda.

Existe un componente genético que traemos al mundo y que ­influye indiscutiblemente. Eso se ha estudiado en mellizos idénticos que fueron adoptados por padres diferentes y que han crecido en dos mundos. Cuando se los ­compara se parecen mucho en el tema del optimismo.

¿Y qué podemos hacer? Lo primero, darme cuenta de que todo lo veo mal o que hay algo que me falta o que me gustaría aumentar. Luego, para que me impacten menos las cosas puedo hacer un trabajo en solitario, apuntando las cosas negativas, o puedo ir al psicólogo o coach.

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