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Plácido, patriotismo y #MeToo

    • 25 ago 2019 / 23:14
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    PLÁCIDO Domingo ha respondido a las acusaciones de acoso vertidas por la mezzosoprano Patricia Wulf y otras ocho mujeres anónimas, indicando que siempre creyó que sus relaciones habían sido consentidas y aceptadas, aunque reconociendo que "los baremos por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado". Pese a que su respuesta es pobre, acierta el tenor al recordar los diferentes valores, o más bien la ausencia de valores, que regían en el pasado, y al lamentar que alguna mujer se haya podido sentir molesta o incómoda con él.

    No obstante, le ha faltado subrayar el daño que muchos de esos baremos han hecho a las mujeres, si no en su caso, sí en el de otras situaciones similares de abuso de poder e influencia. No vale escudarse en otros tiempos; pues, al igual que hoy, también antaño los hombres cabales deberían haber sabido distinguir cuándo una mujer no aceptaba de buen grado ciertas licencias o proposiciones, y cuándo lo hacía de manera voluntaria o de forma consentida. En la mayoría de los casos era, y sigue siendo, una simple cuestión de delicadeza, consideración y respeto hacia el otro; es decir, hacia la mujer.

    Más acertado ha estado, desde mi punto de vista, el ministro de Cultura en funciones al pedir prudencia sobre el asunto, expresar que no le gustan las denuncias anónimas, y reivindicar la necesidad de demostrar siempre cualquier acusación que se formule. En el caso que nos ocupa, habrá de atenderse tanto a la versión de esas nueve mujeres que denuncian al tenor, como a la de muchas otras que, con nombre y apellidos, no han dudado en ensalzar su profesionalidad, e incluso en alabar el comportamiento de Plácido Domingo.

    Por difícil que sea, debemos ser prudentes y dejar que la justicia haga su trabajo. Entretanto, conviene respetar la presunción de inocencia, a la vez que reconocer que, efectivamente, en el pasado han sido muchas las féminas que tuvieron que soportar vejaciones, chantajes y situaciones de acoso por el mero hecho de ser mujeres.

    No se trata ni de una cuestión de patriotismo ni de feminismo, pues todos podemos y debemos ser feministas y patriotas, y aun así respetar la presunción de inocencia de cualquier ser humano, a la vez que reconocer que toda mujer tiene, afortunadamente hoy día, pleno derecho a denunciar y demostrar cualquier situación de acoso que haya sufrido, independientemente del tiempo transcurrido.

    Con todo, creo que la opinión pública está desviándose del tema, y convirtiéndolo en un enfrentamiento entre patriotas españoles y defensores del movimiento #MeToo. No se trata de eso. España habrá de demostrar que es un país garantista, en el que la justicia y la presunción de inocencia funcionan. No obstante, agradeceremos que #MeToo siga vigilante, defendiendo a las mujeres, y denunciando cualquier caso de acoso del que pueda tener constancia y, sobre todo, pruebas.

    www.josemanuelestevezsaa.com

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