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{ TRIBUNAL LIBRE }

Poetas ferrolanos del ayer

    • 07 jun 2011 / 21:02
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    Estos días la poesía ronda mi cabeza, pues ya se sabe, que está en todo. Y es que la poesía es una esencia de algo que presentimos superior. La poesía no es una experiencia que luego traducen las palabras, no se siente, se dice, las mismas palabras constituyen el núcleo de la experiencia. Y aunque no soy poeta, si leo, edito, escribo... sobre la poesía, del hoy, de alguno de mis buenos amigos poetas, o del ayer, de otros poetas, seguramente olvidados o más bien desconocidos, incluso para el mundo de la poesía, como es el caso, entre otros ferrolanos, de Justo Gayoso López, autor del ejemplar Recuerdo editado en 1881 en memoria de su esposa Juana Caamaño. Hoy quisiera reseñar algunos retazos de otro poeta ferrolano olvidado: Nicolás Garcia Pereira, nacido en 1900, hombre de corta vida y obra malograda, ya que falleceria apenas cumplidos los treinta años. Un ferrolano que disfrutaba de prestigio como buen matemático y como poeta. Como matemático habia preparado a reducidos aspirantes a ingresar en la Marina de Guerra y en el Ejército. Su obra poética exigua, no da idea de su capacidad poética. Bastante obra inédita quedó sin poder ser sorprendida en algún recodo de las librerias. Solo un pequeño libro titulado No de Saloucos e bágoas y una novela corta A Costureira, publicada en la colección Céltiga y ambas impresas en Ferrol.

    García Pereira era admirador de Rosalia de Castro, de Pondal, de Ramón Cabanillas, de Emilio Carrere, el autor de la bohemia madrileña. Durante su estancia en Madrid, muy a menudo, veia a Carrere abrazado por su capa al igual que, con la misma prenda veia a Ramón Gómez de la Serna. La corriente modernista era la sirena que en sus cantos más lo atraía. Hombre altruista y generoso, disfrutaba alentando todo proyecto juvenil, literario o deportivo. Habia fundado en San Juán de Filgueira, donde vivió en un tiempo, un equipo de fútbol tiulado Libunca.

    Parece ser que los primeros versos de Ricardo Carballo Calero, muy joven, fueron publicados en EL CORREOGALLEGO, por encargo, y casi por imposición de Garcia Pereira, que vivia en una vivienda frente a la Concatedral de San Julián. Fumador empedernido, en 1932, con humildes personajes, ensayaba una obra titulada Brétema, basada en Flor de Mayo de Vicente Blasco Ibañez, cuya obra se estrenaría en el Jofre. También habia fundado un periódico titulado Erte, de corta duración, escrito todo él en lengua gallega. La fantasía de Garcia Pereira, que no era escasa, era confiar en el triunfo del diario y en formar un numeroso grupo de galleguistas.

    Carballo Calero que, adolescente, ya publicara Trinitarias y a poco La Soledad Confusa, le habia dedicado unos versos testimonio fiel del afecto que le profesaba a García Pereira, y en donde se decía, entre otras cosas: Este raro poeta de los ojos azules/ y de la ingenua faz de labriego aldeano/ de la ilusión conoce los milagros tules/ y el dolor canalesco del mundo carreraiano...

     

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