Volviendo a las aulas

UN nuevo año, con septiembre, se ha inaugurado el curso académico, como lleva sucediendo en la Universidad de Santiago desde hace ya más de quinientos años. Alumnos y profesores vuelven, otra vez, a las aulas en toda España. Pero, aunque sea así, "un año más", cada curso ha de ser, para unos y otros, algo diferente, nuevo, asumido con ilusiones de aprendizaje renovadas.

Siempre se puede hacer mejor; esa opción vital debe unir, como compromiso común, a quien enseña y a quien aprende, aunque, en esta labor, todos debemos de estar formándonos de manera continua, incluso más quien es docente.

Un curso académico su-pone, por otra parte, ini- ciar un camino nuevo, con las circunstancias que ello conlleva. Y es que cada año es distinto; tiene peculiari- dades propias. Poco tiene que ver, por ejemplo, el alumnado, pongo por caso, de los años setenta del pasado siglo con el que hoy habita las aulas. Y, también, ha cambiado el profesor, teniendo las nuevas tecnologías bastante que ver con las transformaciones vividas o por experimentar en una tarea siempre cambiante.

Pero más que aquello que es distinto debe de interesarnos lo que es común a lo largo de años y años. Aprender, aprender y aprender..., siempre con la investigación como telón de fondo ya que ésta otorga su verdadero y propio sentido a la vida universitaria.

Quien ejerza como profesor en una universidad debe de ser alguien que viva en el día a día, en su propio ser, la inquietud indagadora; alguien que suscite más nuevas preguntas que viejas respuestas.

Y quien aprende debe, sobre todo, formarse para plantear, desde una formación suficiente, sus propias interrogantes, en la búsqueda de la ampliación del saber, razón de ser de la Universidad, en todo tiempo y en toda circunstancia.

Catedrático de Arte