O Correo de Barbanza

Padres de los desaparecidos en Noia: “Hay que aceptar y volver a sonreír”

El progenitor de Xabier Hurtado está seguro de que “no hay que seguir buscando: sus cuerpos están en mar abierto” // Para la madre de Miguel Quan “es duro no tener un sitio para llorarle”

  • 20 sep 2020 / 00:35
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Qué cruel tiene que ser para un padre o una madre ver morir a su hijo, enterrarle y tener que sobrellevar una vida normal que, en el fondo, ya nunca volverá a ser lo mismo. Pero, si a esta desgracia contranatura se le suma el hecho de no saber dónde ha muerto tu hijo ni tener un lugar en el que descansen sus restos al que ir a llorarle, el dolor se hace más intenso e insoportable.

Esto es lo que están viviendo aún a día de hoy, dos meses y medio después de la triste desaparición de dos jóvenes de Noia (A Coruña) tras volcar su kayak mientras navegaban por la ría el pasado 7 de julio, los padres de Miguel Quan y Xabier Hurtado, de 17 y 18 años de edad, dos de las víctimas que el mar gallego se ha cobrado este verano.

Ahora que ya se han detenido las labores de búsqueda, tanto por parte de Salvamento como de Guardia Civil, Protección Civil y grupos de voluntarios, ambas familias se encuentran en un período de aceptación.

Javier Hurtado, padre de Xabier, lo asume de la mejor manera: “ahora toca rehacer la vida, tienes que volver a sonreír, aunque tengas sensación de culpabilidad, porque nadie va a esperar por ti: o sigues, o te vas tú también, y las vidas de los que se quedan y te apoyan valen tanto como la del que se ha ido”, dice.

Sin embargo, Judith Sabana, madre de Miguel, sigue pasándolo muy mal, llorando cada vez que le mencionan el suceso. “No me encuentro nada bien, estoy con psicólogos, pero la incertidumbre de no tener un lugar donde llorar a mi hijo me mata todos los días por dentro; no estoy capacitada para cuidar de mi otro hijo”, relata compungida.

“ESTÁN EN MAR ABIERTO”. “Por mucho que nos digan, sabemos que los cuerpos de nuestros hijos están en mar abierto”, asegura convencido de ello Javier Hurtado. Precisamente, por esta convicción ya “aceptamos” que no valdría de nada volver a la búsqueda, porque “encontrarlos en mar abierto sería un auténtico milagro”, señala.

“El mar se los llevó, y se los llevó ya el primer día, por mucho que nos cuenten, sino ya hubieran aparecido sus cuerpos”, manifiesta. Es por ello que “ya no esperamos ni buscamos, porque ya sabemos que no están aquí”, añade el progenitor.

SE PEINÓ LA RÍA DE ARRIBA A ABAJO. En las labores de búsqueda de los chicos participaron varias embarcaciones de Salvamento Marítimo, Protección Civil, buzos del GEAS, grupos de navalleiros de la cofradía de Porto do Son, helicópteros de la Guardia Civil, drones de la Axencia Galega de Emerxencias (Axega), así como numerosos grupos de voluntarios, amigos y los propios padres, todos ellos volcados, haciendo turnos a diferentes horas y repartiéndose la zona de la ría.

“Hace ya un mes que nosotros entendimos, después de haber participado en primera persona y de estar por la ría 30 días y 30 noches, que ellos no están ahí, por mucho que busquemos un mes, ni dos, ni tres, ni un año”, asegura el padre de Xabier, convencido de que “después de peinar la ría tantas veces, estamos seguros de que ahí no hay nada”. Con todo, la madre de Miguel se muestra dubitativa: “No sé si la búsqueda sería inefectiva, estamos esperando a ver si nos dicen algo más”.

CESE DE LA BÚSQUEDA. “Nosotros el primer mes teníamos esa intención de buscar, de encontrar y de pasar el duelo; pero una vez que vimos a ciencia cierta que no había nada, te asalta esa sensación de vacío, porque lo aceptas, ya no quieres buscar”, asume el padre de Xabier.

Sin embargo, Judith Sabana, tras la paralización de las labores de búsqueda, ha ido a peor. “Yo tengo a mi hijo presente todos los días y se me hace muy dura esa desaparición, me mata por dentro. Cuando despierto miro al cielo y pregunto: ¿dónde estás, hijo?”, relata apesadumbrada.

Ella y Miguel estaban muy unidos, hasta el punto de que el joven mantenía un contacto muy estrecho con su madre vía móvil, preguntando dónde estaba en todo momento.

Cada persona es diferente y cada quién sobrelleva las tragedias a las que le somete la vida de forma diferente. En el caso de Javier Hurtado, para él lo más difícil fue encontrarse de la noche a la mañana ante “una muerte ilógica: un hijo no se muere antes que un padre o una madre”.

LO MÁS DOLOROSO. Por su parte, para la madre de Miguel, lo más doloroso fue “cuando la Policía me entregó la ropa de mi hijo, sus zapatos y sus llaves del coche; mi hijo no iba a ningún lado sin el coche... Ahí fue cuando yo supe que Miguel, de verdad, ya no existía más”, nos dice entre lágrimas.

Pese a todo, ambos coinciden en que lo que peor llevaron y todavía llevan en estos momentos es “no encontrar el cuerpo de nuestros hijos, no tener nada que te certifique visualmente su muerte, teniendo que imaginarla y hacerte la idea”, afirma al respecto el padre de Xabier.

“Por lo menos, si tuviera dónde llorarle estaría mejor”, considera Judith, que ahora mismo se encuentra a tratamiento psicológico y ha dejado a su otro hijo, de 14 años, conviviendo con su abuela, porque “tal y como estoy no me encuentro con fuerzas para cuidar de nadie”.

“No hay novedades, no hay nada, por lo que sólo queda aceptarlo y tirar para delante, intentando rehacer la vida dentro de esto que parece una pesadilla”, explica Javier Hurtado, que añade que “aunque sigas teniendo una sensación extraña, de vacío, de no terminar de creértelo, el mundo te empuja y hay que seguir. No te puedes parar, porque nadie te lo permite, aunque sea hay que seguir en modo automático; o sigues o te vas tú también”.

“Tienes que ser tú el que fabrique la manera de consolarse, de seguir adelante, de animarte y volver a sonreír, que parece que es algo que tienes prohibido, y cuando la gente te mira incluso te despierta sensación de culpabilidad el hacerlo”, argumenta destrozado.

Y, pese a que Judith Sabana en estos momentos sigue aturdida y desconsolada, también es de la opinión de Javier Hurtado, y cree firmemente que “poco a poco saldré de este pozo, aunque nunca se me quitará del corazón ni de la cabeza”. “La vida es así, hay que aceptar”, asegura.

“Suena duro y egoísta decirlo, pero muchas veces necesitas olvidar por un rato”, asevera. “Necesitas hablar de cualquier tontería y distraerte para cambiar el chip, sino la agonía es muy dura”, añade.

GRATITUD POR EL APOYO RECIBIDO. Ni una familia ni la otra ha atravesado sola por todo este proceso. Y es que tanto sus allegados como desconocidos conocedores del suceso y autoridades de la Xunta de Galicia se han volcado para que no pasen este trance en soledad.

“Cada uno se aferra a la gente que le quiere, que sigue ahí dándote una palmadita en la espalda, enviándote un mensajito, y que ya no te dicen nada más porque ya está todo dicho”, afirma Xavier Hurtado, que reconoce que “todo suma, todos los mensajes de gente que no conocemos simplemente dándonos ánimo”. En su opinión, “no hace falta mandar un mensaje de cuatro líneas; muchas veces es mejor un simple guiño que el hablar y que te recuerden de nuevo el tema”.

Aunque para Judith Sabana los mensajes no suponen un consuelo, agradece enormemente “a la juventud, a sus amigos y al presidente de la Xunta de Galicia y al alcalde de Noia, que yo, sinceramente, pensé que me iba a sentir desapoyada en esa tragedia y resultó que no”. “Mi hijo se fue, pero el día en que se le honró tuvo a multitud de gente allí para despedirse de él. Con eso me quedo, con que era un chico muy querido por todos y con sus buenos recuerdos y amigos cercanos, que también estuvieron cerca de mí”, indica en esete sentido.

CONSEJOS PARA PADRES EN SU MISMA SITUACIÓN. “Es un dolor muy fuerte que sólo entiendes cuando pasas por ello; nadie puede comprender lo que es perder a un hijo, pero ese dolor algún día va a acabar y nuestros hijos, pese a que se han ido, perdurarán en nuestros recuerdos”, transmite la madre de Miguel, que cree que “hay que seguir con toda la fuerza que uno pueda”. “Porque si dijese con la fuerza que Dios le dé, estaría mintiendo; Dios no te quita lo más bonito que te da”, balbucea Judith entre lágrimas.

Javier Hurtado, para todos aquellos padres que estén atravesando una situación similar, “les diría lo mismo que digo a mi exmujer, mamá de Javi: la vida de cada persona es tan importante como la del que se ha ido y, si crees que te está viendo, le gustaría que fueses feliz, y si crees que no te está viendo, igualmente lo único que importa es seguir, con lo cual todas las calles llevan al mismo sitio. Es injusto y duro, pero, ¿qué muerte no es injusta y dura?”.

Recuerdo de los hechos

RESUMEN. Tres chicos volcaron a comienzos de verano cuando viajaban en un kayak por la ría de Muros-Noia. Hubo una única superviviente y, hasta la fecha, no se hallaron los cuerpos de los otros dos ocupantes de la embarcación.

INICIOS. Xabier Hurtado, Miguel Quan y Soraya Luaces, todos ellos jóvenes de entre 17 y 18 años vecinos de la localidad coruñesa de Noia, salieron en la tarde del 7 de julio de este año 2020 en un kayak por la ría de Muros-Noia.

VUELCA EL KAYAK. Por circunstancias desconocidas, aunque todo apunta a que fue por el oleaje y el embravecimiento de la marea como consecuencia de una jornada de intensos vientos del noreste, la embarcación en la que viajaban volcó y tiró a los jóvenes al agua, viéndose a la deriva.

LOS DOS DESAPARECIDOS. Serían cerca de las seis de la tarde cuando se alertó de su desaparición. Miguel Quán falleció en medio de la ría, por el testimonio de la superviviente, en el mismo momento en que perdieron el control del kayak. Soraya y Xabier trataron de alcanzar la costa a nado, pero el chico terminó por ahogarse.

LA SUPERVIVIENTE. Por su parte, Soraya Luaces consiguió sobrevivir nadando hasta unas rocas cercanas a la isla de A Creba, flotando, donde permaneció amarrada hasta que la rescataron a las 21.00 horas.

HIPOTERMIA Y ANSIEDAD. La joven presentaba síntomas de hipotermia y una crisis de ansiedad, siendo trasladada de urgencia hasta el Hospital Clínico de Santiago de Compostela, donde fue dada de alta pocos días después.

ACTUALMENTE. A día de hoy, cuando ya han cesado las intensas labores de búsqueda en la zona, los cuerpos de Xabier y Miguel continúan sin aparecer. Desde Salvamento Marítimo indican que no se descarta que aparezcan en un futuro, pues ya han tenido otros casos en los que fueron hallados fallecidos en el mar 6 meses después del accidente.

SIN PROTECCIÓN. Ninguno de los tres ocupantes del kayak llevaba chaleco salvavidas ni ningún otro tipo de traje de protección con el que salir a navegar seguros. Además, su destreza nadadora no estaba clara, pero no parecía buena.

“Desde el minuto 0, Salvamento Marítimo se puso manos a la obra movilizando recursos”

Santiago. “Éste ha sido un suceso muy doloroso para toda la comarca, en especial para los propios padres de los desaparecidos, al no haber hallado los cuerpos de sus hijos”, manifiesta el jefe de Salvamento Marítimo de Fisterra, Manuel Capeáns, encargado de coordinar las labores de búsqueda dependientes del Ministerio de Transportes y Movilidad.

En concreto, explica, “Salvamento Marítimo tiene la responsabilidad y es el que debe movilizar todos los medios y recursos disponibles, dirigirlos y coordinarlos, para maximizar las posibilidades de que un accidente en el mar tenga las menores consecuencias posibles, o ninguna”.

Así lo hicieron también en el caso de estos dos chicos desaparecidos, movilizando todo lo que estaba en su mano. “A nosotros nos llaman a las 21.30 horas desde la playa diciendo que tres personas que habían salido en kayak no habían vuelto”, relata Manuel Capeáns, que apunta que, “hasta ese momento, era toda la información que teníamos, no habían regresado y no sabíamos dónde estaban”. “La ausencia de noticias era total y dificultaba el rescate”, manifiesta.

Con todo, asegura que “es muy infrecuente que estos casos acaben en un desenlace dramático, a veces pasa, pero el porcentaje es del noventa por ciento de rescates efectivos frente a un diez que no aparecen”.

Desde el minuto 0, Salvamento Marítimo se puso manos a la obra movilizando todos los recursos. En concreto, tuvieron la “suerte”, tal y como explicó Manuel Capeáns al equipo de investigación de EL CORREO GALLEGO, de que “había un helicóptero en esos momentos en el aire en la zona de Corrubedo, por lo que ya se le llamó directamente, lo que permitió una actuación muy rápida y efectiva, rescatando a la única superviviente de este accidente en un tiempo récord: 35 minutos”.

A partir de ahí, con las declaraciones de la superviviente, Soraya Luaces, pudieron focalizar más la busca. “Por lo que declaró, uno de los chicos se había quedado en el medio de la ría de Muros-Noia y el otro se había ahogado en las inmediaciones de Cabeiro”, lo que nos permitió desplazar más medios a esa zona. “Eran las 21.30 horas cuando movilizamos nuestros barcos y helicópteros y continuamos con la búsqueda en los días posteriores, hasta 72 horas”, expresa al respecto el jefe de Salvamento Marítimo de Fisterra.

Soraya Luaces, tras ser rescatada, dijo que cuando se encontraban en el medio de la ría comenzó un fuerte viento que agitó el mar y ocasionó que el kayak en el que viajaban volcase. Uno de los chicos, Miguel, se quedó sumergido en medio de la ría, pero ella y Xabier se plantearon el poder llegar a las rocas de Cabeiro a nado. No les quedaba otra opción, así que, pese a que Soraya no lo veía claro, accedió. Fue la única que consiguió llegar; Xabier terminó ahogándose en la zona. Según sabemos por fuentes policiales, la capacidad natatoria de ninguno de los tres chicos estaba clara.

“Tras las seis primeras horas buscando, las posibilidades de que apareciesen con vida eran prácticamente nulas”, indica Capeáns, que explica que “existen unas tablas de supervivencia que, en función de la temperatura del agua y de si llevas chaleco, entre otros parámetros, te dan unas horas de supervivencia probable de los desaparecidos en el mar”. Con motivo de que el auga en Galicia está muy fría y que, en esos días, su temperatura era especialmente baja, entre los 14 y 15 grados, “la supervivencia máxima estimada de los chicos era de 6 horas”.

“Si los chicos se cayeron sobre las 20.00 horas del kayak, y a eso le sumamos 6, estaríamos en las 02.00 de la madrugada; a partir de ahí, era muy improbable el encontrarlos con vida”, asevera. Aún así, mantuvieron la búsqueda durante tres días: 72 horas en las que se realizaron pesquisas aéreas, marítimas y subacuáticas. Además, “este tipo de sucesos implican una sensibilidad añadida, van más allá de la técnica, porque también requieren arropar a las familias en su dolor; tienen un gran componente psicológico”.

Tras esas 72 horas, las posibilidades de encontrar a los chicos vivos se agotan y esos medios necesitan estar disponibles para otras emergencias. “Recibimos de media una emergencia diaria, en verano más, y los medios no son infinitos y deben ser correctamente administrados”, dice.

La labor de Salvamento Marítimo no es buscar cuerpos, sino tratar de rescatar a personas vivas, aunque en el momento en que encuentran un cuerpo o reciben llamada de que puede haber un fallecido en el mar, sí se movilizan para evacuarlo.

“Yo siempre les decía a los padres que los cuerpos iban a aparecer y me equivoqué”

Porto do Son. “Yo siempre les decía a los padres de los chicos que iban a aparecer, porque no teníamos ninguna referencia anterior de casos similares en que no apareciesen los cuerpos, y al final, me equivocaba yo”, recuerda apesadumbrado Emilio Queiruga, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Porto do Son, que asegura que “es el primer caso que yo recuerde en el que no han aparecido”. Tanto él como otros voluntarios del mencionado pósito participaron activamente en las labores de búsqueda de Miguel y Xabier, porque “cuando hay una tragedia en el mar, siempre nos volcamos, muy implicados”, apunta.

Emilio fue el primero en encontrar el kayak en el que viajaban los dos jóvenes. “Al verlo, como además estaba dado la vuelta, boca arriba, se me pasó por la cabeza que alguno de los chicos podía estar allí”. Para él, era lo lógico y la experiencia que había tenido anteriormente en el 90 % de los casos en los que participó.

“Sentí una gran impotencia cuando terminaron las labores de búsqueda y no los encontramos”, admite el patrón mayor, que añade que “los padres de los chicos siempre se mostraron muy agradecidos”. El padre y la madre de Xabier “venían todos los días en la embarcación cuando salíamos por las tardes, y estaban destrozados; ya lo estábamos nosotros, así que imagínate ellos”.

Desde la cofradía de pescadores de Porto do Son ya han participado anteriormente en otras labores de rescate de supervivientes en la zona de Muros-Noia. En concreto, “participamos en la desaparición reciente de otro chico de Noia, uno de Porto do Son y uno en Caamaño”.

Su labor va más allá de las pesquisas visuales. Y es que, como apunta Emilio Queiruga, “también somos buceadores”, es decir, bucean para tratar de localizar los cuerpos bajo el mar. “Nunca se me olvidará ésto; fue algo muy fuerte”, sentencia.

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