Editoriales

Alertas ante amenazas reales

    • 28 oct 2021 / 01:00
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    LA ENTRADA DEL OTOÑO está sacando a la luz las debilidades de la anunciada recuperación económica en España.

    Desde que el Instituto Nacional de Estadística anunció un inesperado y negativo ajuste del cálculo de crecimiento de PIB se produjo una cascada de revisiones a la baja en las previsiones de crecimiento que situaban a nuestro país liderando la recuperación en la zona euro. Al INE se unieron otros organismos oficiales como el FMI, el BCE, la Comisión Europea, el Banco de España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal y otros privados como el Consejo General de Economistas, Caixabank, BBVA y ayer los analistas de Funcas. Los principales economistas gallegos también se sumaron a esta tendencia. Detrás del pesimismo, o quizá un baño de realidad, no solo aparecen criterios estadísticos sino evidencias tan palpables como la imparable e inasumible escalada de precios de energía y carburantes y la crisis de suministros que se vive en todo el mundo. Con la particularidad que afecta más a economías tan dependientes de los mercados exteriores como es la española. Las fábricas de automóviles no pueden trabajar a pleno rendimiento por falta de chips, el tráfico marítimo se ralentizó ante la escasez de contenedores, y las pequeñas y medianas empresas empiezan a prescindir de trabajadores por carencia de materias primas. A todo ello no es ajeno el ciudadano que, de acuerdo con todos los analistas, empieza a frenar la alegría en el gasto registrada en los primeros días tras la pandemia. Al menor consumo se une mayor inflación y se genera menos crecimiento. El director de Economía Internacional de Funcas, Raymond Torres, lo explicaba con un gráfico que semeja un quiero y no puedo, consecuencia directa de la distorsión provocada por la subida de precios, el estancamiento de la renta de los hogares y el aumento de los costes de producción. A este demoledor cóctel habría que añadir la tasa de paro que se mantiene por encima del 14,5%, con la amenaza de más de doscientos mil trabajadores en ERTE de larga duración que corren serio peligro de acabar en situación de desempleo o inactividad. Los hogares y las empresas se enfrentan a recortes de poder adquisitivo que restarán vigor a la demanda, advierten los expertos, preocupados por los riesgos para la recuperación, muy pendientes ante el retraso de la llegada de los fondos europeos y temerosos del impacto que pudiera tener el rechazo de Bruselas a las reformas que propone España. Una situación que parece no preocupar a un Gobierno más pendiente de gestos y tuits que de los problemas reales que quitan el sueño a una gran mayoría de españoles.

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