Editoriales

El Atlántico también quiere corredor

  • 29 nov 2022 / 01:00
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España y sus habitantes tienen fama de ser un país solidario. Además con razón. Lo demostraron sobradamente en su respuesta ante catástrofes de dimensión internacional como el huracán Mitch, el terremoto de Haití, el tsunami del Sudeste Asiático o más recientemente la guerra de Ucrania. También con el apoyo brindado a los estados pobres o en vías de desarrollo. Sin embargo, cuando se mira hacia su interior, esa voluntad de ayudar a otros lugares del extranjero se transforma, a veces, en un cierto egoísmo hacia las demás comunidades autónomas cuando hablamos de repartir la tarta de los recursos públicos. La negociación de los Presupuestos Generales del Estado, donde los partidos nacionalistas suelen aprovechar la debilidad de Gobiernos en minoría parlamentaria para sacar tajada en materia de inversiones o infraestructuras con proyectos que vender a sus votantes –sin preocuparse lo más mínimo por la vertebración territorial–, es quizás el ejemplo más significativo. Pero no sólo a nivel político se percibe este afán acaparador, sino también en la manera de actuar de ciertos grupos de presión liderados por conocidos empresarios, en relación a sus agresivas campañas a favor del trazado ferroviario por el Mediterráneo. Una actitud ante la que el presidente asturiano, el socialista Adrián Barbón, confesó ayer sentirse “indignado”, no por la legítima defensa por parte de este lobby de unas óptimas conexiones por tren, sino por que habrían exigido recursos a costa del noroeste peninsular. Y es que unirse para reivindicar ante el Gobierno central mejoras que eleven el nivel de servicios, competitividad y bienestar del Levante es totalmente legítimo y hasta normal. Lo que ya chirría es pretender hacerlo a cuenta de castigar a los vecinos, algo en lo que coincidió el titular de la Xunta, Alfonso Rueda, durante su participación en un foro celebrado en Ribadeo. Una cita en la que ambos mandatarios aprovecharon para llamar al trabajo conjunto, de la mano igualmente de Castilla y León, para defender unas comunicaciones por ferrocarril de calidad para el transporte de viajeros y mercancías que no nos deje en fuera de juego. Sin quitarle nada a nadie ni negarle sus derechos, pero tampoco renunciando a nuestro futuro. En Alicante, Valencia y Barcelona quieren Corredor, como reza su eslogan. Es respetable. Pero en el Atlántico también.

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