Editoriales

¿Por qué pagamos la luz más cara de la UE?

    • 14 ene 2021 / 00:00
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    LA SUBIDA DEL PRECIO de la electricidad en plena ola de frío, con España congelándose a temperaturas bajo cero, ha reabierto tanto debate político sobre el modelo energético cuanto el social sobre la usura de las tres grandes compañías que se reparten la tarta. Las recientes declaraciones de la vicepresidenta para la Transición Ecológica no ayudan, precisamente, a serenar la controversia. Dijo días atrás Teresa Ribera que “no hay que asustarse” por el encarecimiento del recibo de la luz, que “se notará muy poco” en el peto de las familias, que es un episodio coyuntural asociado al frío y que “no es algo exclusivo de España”. Todo eso dijo, sí, la señora ministra y se quedó más pancha que ancha. Señalemos, de entrada, que no parece una mala idea, todo lo contrario, abordar con seriedad la reforma del mercado eléctrico para armonizar precios y costes, y para tender puentes a la necesaria transición hacia energías limpias y baratas. El sistema actual es insostenible e indefendible ante los españoles, que pagamos más cara la electricidad porque la competencia en el mercado brilla por su ausencia –los comercializadores suman un margen del 17 % sobre los precios mayoristas, por su cara bonita–, porque la mochila de las primas a las renovables es pesada, y porque pagamos a precios de gas la luz que producen nucleares e hidroeléctricas, lo que les ha generado desde 2006 un plus que supera los dos mil millones de euros anuales. Seguir abonando tamaño sobrecoste mucho tiempo más sería demoledor para las rentas familiares y para la competitividad empresarial. Toca buscar soluciones regulatorias –por supuesto que las hay, sin necesidad de una revolución– con el plácet de Bruselas y que vayan más allá de liarse la manta a la cabeza con la creación de una comercializadora pública –apenas un parche a todas luces insuficiente–, o de facilitar que las energías verdes tengan más peso. Lo que no admite un pase es que el precio de la energía, que aumentó casi otro 7 % ayer, se haya encarecido hasta el 110 % solo en lo que llevamos de año. La tormenta perfecta de este enero gélido pone al recibo de la luz en el disparadero, en el ojo del huracán, preguntándonos por qué pagamos la más cara de la UE. La necesidad de cambiar las reglas queda retratada en un ocurrente chascarrillo del sector: si te han explicado el sistema eléctrico y lo entiendes, es que te lo han explicado mal. Nadie discute que la electricidad es un servicio de primerísima necesidad ni nadie acepta que los hogares españoles cierren el top cinco de los precios más elevados entre los socios de la Unión.

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