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Bailando con el enemigo

  • 12 oct 2022 / 01:00
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Aparentemente, Pedro Sánchez es como un animal desprotegido en la nieve, un blanco fácil para sus cazadores, que son muchos y acostumbrados al manejo de las armas políticas de todo tipo, correctas e incorrectas. Aparentemente, el presidente del Gobierno español se muestra así, frágil y desnudo por una inflación que lo consume, desasido del calor que la crisis energética le niega, congelado por una guerra inesperada a estas alturas del otoño en esa Ucrania colgada en las fronteras del invierno ruso, acorralado por una minoría parlamentaria que le aprieta aunque es cierto que no le ahoga, solitario como un lobo al que parte de su manada de ascendencia manchega (homo homini lupus) le persigue como si no hubiera un PP, y caótico como sólo lo puede ser una persona que quiere contentar a todos. Así está el pobre de Pedro Sánchez y, sin embargo... para acertarle con la bala que acabe con él hace falta algo más de pericia con el fusil que la que demuestran los que se divierten matando elefantes en safaris por Botsuana.

Pedro Sánchez, de cerca, puede parecer más grande que un elefante domado en la selva africana, un blanco fácil para los acostumbrados al manejo de las armas políticas de todo tipo, ya saben. Y, sin embargo, qué difícil, a juzgar por el historial de lo acontecido en los últimos años, debe de ser acertarle cuando se pone a tiro. Porque si hay algo que reconocerle al presidente es que no sólo rehúye la pelea cuerpo a cuerpo, sino que incluso le gusta y disfruta situándose en el centro de la diana a la que con ganas apuntan sus enemigos. No escapó, todo lo contrario, cuando Núñez Feijóo, rifle dialéctico en mano, lo retó a un debate en el Senado sobre la crisis generada por los precios de la energía y se deleitó tanto que ahora es él quien invita, más que desafía, al líder de los populares a una conversación de altura en los escaños de la Cámara Alta sobre los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año.

El residente en La Moncloa tiene la obligación de comparecer en el Congreso en el debate de Presupuestos, pero no en el Senado, aunque voluntariamente llevará hasta allí la discusión de las cuentas públicas y entre los motivos para ello no parece que se encuentre el objetivo de rehabilitar políticamente la cámara de representantes más desprestigiada de nuestra democracia. El suyo suena más a un plan preparado con meticulosidad en el que la presa intenta cazar al cazador sin dejar de aparentar ser la presa para así, por sorpresa, enjaular a su depredador armado o, al menos, provocar que se pegue un tiro en el pie, como le ocurrió al célebre Froilán de Todos los Santos, al que por lo menos la experiencia le valdría para aprender a prevenir la terrible elefantiasis.

En efecto, la estrategia de Sánchez no es la de pies para que os quiero, sino acercarse a Feijóo y presentarlo como el obtuso cazador de los dibujos animados de la Warner, aquel Elmer refunfuñador y torpe matapatos que erraba sus disparos sobre Bugs Bunny y el Pato Lucas, personajes que adopta el presidente con la misma ambición que el lobo manchego cuando se viste de cordero. Y si el líder del PSOE no fuese tan jactancioso y presumido, que no le gusta perder ni en los duelos amistosos, hasta se podría desconfiar que valoraría llevar a la práctica en el doble debate sobre Presupuestos una jugada maestra que tiene en su mano para hacerle más daño a su oponente popular e intentar desacreditar su valía, y que consistiría en rebajar su puesta en escena en el Congreso ante Cuca Gamarra y sacar toda su artillería retórica en el Senado ante Feijóo, de manera que, si le sale bien, los mismos militantes y simpatizantes del PP quedarían desconcertados al comprobar que la puntería de la portavoz parlamentaria mejoraría la exhibida por la primera pistola del partido.

Sánchez no es que sea un fino tirador, pero como víctima propiciatoria es mortalmente cansino y resistente. La pieza de Rajoy tardó en cobrársela y solo pudo hacerlo con balas de las derechas periféricas, a Casado se lo quitó de en medio Ayuso de una certera descarga, y de Feijóo espera que él mismo se diluya con sus tiros al aire. No se sabe muy bien cómo, pero son cosas que suele lograr si antes no acaban con él. Y, por ahora, nadie pudo porque sí es un experto Correcaminos escapando de los coyotes que lo acechan, ya sean manchegos, gallegos, andaluzas o palentinos.

Igual que se prohíbe cazar animales cuando nieva, Sánchez esperaba una mínima tregua por las guerras del covid y de Putin, pero la oposición nunca dejó de perseguirlo. ¿Y qué hizo él? Enseñarles la lengua a lo Mick Jagger y provocarlos bailando el Satisfaction.

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