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Bonald, el caballero

    • 16 may 2021 / 01:00
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    LA ciclogénesis ha dejado de lección que los amigos te visitan y los compañeros militantes piden tu carta de diputado o tu expulsión del partido. Ayuso inauguró su triunfo informando del estado de salud del candidato socialista. A Ángel Gabilondo se le removió el corazón al sentir que en vano recorremos la distancia que queda entre las últimas sospechas de estar solos. José Manuel Caballero Bonald lo decía porque era un adivinador de memoria contando la costumbre de respirar toda la noche. Absorbía guerras perdidas y daba forma a copias del natural o a manual de infractores.

    La botella vacía de Ángel Gabilondo se parece a la música de fondo del fallecido Premio Cervantes 2012. Sin presencia del Ministerio de Cultura en su entierro y la equivocación al informar de su muerte con la foto del ya desaparecido Sánchez Ferlosio. Gabilondo se dedica a solicitar el silencio; mientras su compañero Leguina, tenaz y torrencial, guerrea para recuperar la militancia.

    Hay un pasado socialista; pero ese no está en la atalaya sanchista, que aleja cualquier rastro de luz en la noche. Ángel Gabilondo se sintió importante con la visita al hospital de la presidenta Ayuso. Su callada retaguardia reavivó el ataque napoleónico del primer presidente y único socialista que llegó a la Comunidad de Madrid.

    Joaquín Leguina defiende haber sido doce años presidente de la Comunidad de Madrid, secretario general de la Federación Socialista Madrileña (FSM-PSOE), diputado en el Parlamento español por Madrid y concejal del Ayuntamiento. Resumen para preguntar a la portavoz del PSOE en el Congreso, ¿usted qué ha estudiado? Él, qué es doctor en económicas y en demografía, sabe cómo las poblaciones humanas se distribuyen en un momento determinado o según su evolución histórica.

    Caballero Bonald buscaba la constancia de los hechos reconstruidos no en el amor sino en su deterioro porque ahí se reagrupan los fragmentos vividos. Son pensamientos del poema Mimetismo de la experiencia del hombre que se nos ha ido y que nos sirve para poner paisaje a los históricos del Partido Socialista, Nicolás Redondo y Joaquín Leguina, expulsados de su partido por fotografiarse con Isabel Díaz Ayuso en plena campaña electoral.

    El expresidente madrileño había confesado que no iba a votar a Sánchez y que en estos momentos Sánchez era Gabilondo. Las purgas son fontanería del Estado porque depuran disidentes. Stalin en los años treinta la aplicó a miles de personas que fueron enviadas a campos de trabajos forzados, los famosos gulags, o ejecutados. Hoy el control gubernamental es antisanchista.

    El mayor número de votos de la historia en unas elec-ciones ha descabezado al Partido Socialista en Madrid. Desde Moncloa se dice que el terremoto político no afecta al Gobierno de España, por mucho que el presidente haya puesto a dedo al dolorido Gabilondo. Pedro Sánchez
    no comenta la debacle y apuesta por acelerar las vacunas para no recordar que
    a estas alturas seguimos sin ley de pandemias.

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