¿Confinadas todas las aves?

otro mundo. La decisión de confinar a las aves de corral en 34 concellos gallegos para tratar de evitar que se propague la gripe aviar hubiera pasado desapercibida para casi todo el mundo, incluso en medio de la polémica desatada por las palabras del ministro Alberto Garzón sobre la carne.

Pero en el imaginario colectivo sigue muy presente aquel aislamiento que sufrimos los humanos en los primeros días de la pandemia. Por eso podemos imaginarnos lo mal que lo estarán pasando estos animales y no nos extraña nada que se vuelvan agresivas, como reconocen algunas veteranas criadoras de gallinas.

Sostienen muchos expertos que en aquel brutal confinamiento está el origen de muchos de los males mentales que nos afectan a los humanos, sobre todo a los más jóvenes. En una sociedad como la nuestra, acostumbrada a una libertad casi sin límites, las restricciones fueron demoledoras más en lo social que lo económico y por ello ahora estamos pagando las consecuencias.

¿A qué viene esta reflexión en una columna en la que lo habitual es escribir sobre cuestiones políticas? Es la pregunta que se harán muchos lectores y la respuesta parece sencilla: la actual situación política en España (más que en Galicia) genera consecuencias similares a las del más duro de los aislamientos.

Gobierno y oposición enzarzados en polémicas estériles como la de la calidad de la carne sirven para ocultar los problemas reales que sufren las familias con menos recursos y las antaño clases medias: luz y carburantes a niveles disparatados, precios en escalada libre y la sensación de que esto no tiene final. Salvo que nos confinen. antón trabanca