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Cs: ¿refundación sin regeneración?

    • 22 may 2020 / 23:53
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    CASUALIDAD o no, el apoyo de Ciudadanos a la quinta prórroga del estado de alarma solicitada por Pedro Sánchez por la crisis del Covid-19 coincide con el regreso a la primera línea política del controvertido ex Secretario de Organización de la era Rivera, Fran Hervías. Lo hace, no solo como integrante de su Consejo General sino por su inminente aterrizaje, vía designación autonómica, en el Senado andaluz.

    Tal situación junto con confirmar que, pese a renunciar luego de la derrota electoral del 10-N como parte del núcleo duro, nunca se ha ido, coloca paños fríos en el entusiasmo que estaba logrando despertar el giro hacia “el centro, moderado y útil” con el que Arrimadas pretende orientar una refundación que está lejos de dejar atrás las polémicas que persiguen a dicho partido.

    Rubén Amón aludía recientemente al “problema histórico de la ambigüedad” que la formación naranja experimenta. Y es que regresar a la intención original de ser bisagra supone una predisposición: la de abrazar alianzas cambiantes previa adscripción a un conjunto amplio de valores que, en teoría, proporcionarían el juego necesario para superar, tanto la política en lógica binaria y excluyente como el frentismo. El problema es que dicha maleabilidad se le fue cerrando progresivamente a Cs a medida que, levantando cinturones sanitarios y líneas rojas por todos lados, se escoraba a la derecha. De esta forma, Ciudadanos ha desembocado en un callejón, el de la permanente crítica. Haga lo que haga, será siempre tildado de traidor por el sector no favorecido por un determinado apoyo contingente y con riesgo de sangría, tanto de dirigentes como de electores. El dilema lo supo capturar bien Xavier Pericay. El último de sus fundadores en abandonarlo por “cuestiones de orden interno” advertía que “Ciudadanos es un partido más complejo, con una ideología transversal y eso nos hace más frágiles”.

    Por otro lado, el regreso de Hervías pone luz al contraste que supone su figura, asociada a pucherazos varios en sus primarias internas así como a prácticas de nepotismo, con la que era una de sus señales de identidad más claras. Nos referimos, además del combate al separatismo, a la lucha contra la corrupción y a una regeneración democrática de la que, con la eliminación de los aforamientos en 2017, se pierde su último eco. No deja de resultar curioso que, siendo casi seguro que asistiremos a una versión renovada de la crítica a la casta por un malestar que irá en ascenso, el asunto haya perdido fuelle en Ciudadanos, tanto a nivel programático para no hablara ya de su vida interna.

    Siendo presidenta “in pectore”, Arrimadas afirmó que “su prioridad pasaba por el Gobierno de España más que por la estructura del partido”. De esta forma, mostraba su distancia con asuntos más propios de los sótanos partidistas. La pregunta es si privilegiar la “estrategia de la utilidad”, subestimando otros factores que también explican la pérdida de 47 diputados, le permitirá revertir la situación en un universo demoscópico donde el giro hacia el centro recibe aplausos en una única, pero también la más cuestionada encuesta: la del CIS de Tezanos.

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