De nuevo en esta plaza
DECÍA Ernest Hemingway, luego de tanto mundo corrido, que “hay pocos lugares a los que vale la pena regresar”. EL CORREO GALLEGO es uno de ellos, sin duda. Acogido al expresivo y generoso afecto que espero merecer, a partir de hoy mi firma compartirá espacio con su solvente redacción y con los otros colaboradores cuyo repaso denota lo que es un periódico liberal, moderno, progresista y abierto a todos los perfiles del pensamiento, asentado sobre el interés y la defensa de Galicia y de la Constitución, como principios.
Para mí, que soy un sentimental, este retorno tiene un especial significado, dado que mi etapa como delegado de este periódico en Vigo en los años noventa fue la cima de mi carrera como periodista y la etapa sin duda más fecunda, en la que pude disfrutar de una cuota de libertad y confianza que me otorgó su director, de la que nunca gozara hasta entonces, y que quedó reflejada en la hemeroteca de este diario. Es una parte esencial de mi propio patrimonio.
Cuando por circunstancias de la vida dejé el oficio de informar como profesión y medio de vida, hallé en esta casa, como empresa, todas las facilidades para la transición hacia la docencia en la Universidad, donde me desempeñé como profesor hasta mi jubilación todavía reciente. De ahí que volver a escribir en EL CORREO es algo más que una vuelta al origen, al principio de lo que soy y nunca dejé de ser. Es una confirmación del oficio recuperado, como si el tiempo en que estuve ausente de sus páginas fuera una suerte de lapsus de la memoria para volver al presente de lo que realmente es esencial.
Como ustedes saben, la expresión “De nuevo en esta plaza” era un uso común en los carteles taurinos, cuando retornaba al ruedo un viejo torero conocido que, tras una larga ausencia, volvía a hacer el paseíllo ante el público. Así me siento. Espero con toda ilusión, como la primera vez que debuté en este medio, que mis cosas sean acogidas con el mismo interés con que lo fueron a lo largo de tantos años que de alguna manera vuelvo a vivir.
Así que, sin más, como decían los romanos en casos parecidos, empecemos esta nueva etapa “Grato ánimo”, o sea, con ánimo agradecido. Y espero contarles muchas historias para crear juntos estados de opinión solventes, que tanta falta nos hacen.