Firmas

El fútbol como síntoma

    • 21 abr 2021 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego

    AUNQUE el fútbol mueve muchos millones, aunque es omnipresente en nuestras vidas (darle esquinazo, caso de querer hacerlo, resulta muy complicado), aunque la televisión de pago le concede un papel muy principal (por el tirón entre los abonados, claro), y también la otra, aunque apenas pueda dar partidos, lo cierto es que en esto del columnismo el fútbol siempre se mira con recelo. Salvo que seas un columnista deportivo, que los hay muy buenos.

    Hay gente que te dice: por favor, no me hable usted de fútbol. Como si fuera un tema prescindible. ¿Mejor un poco de política para mantener la altura? ¿Prefieren un arriesgado paseo por los mejores tuits del día? No sé qué decirles. Yo, en días como hoy, casi me alegro de que se haya montado el superpollo de la Superliga. Es como pasar una pantalla. Piensen que ya nos estamos saturando con la campaña electoral de Madrid, y acaba de empezar.

    Pero, en fin: respeto mucho a quien no le interesa nada de este deporte (o, más bien, espectáculo) y que se niega a elevarlo a la categoría de debate de actualidad. Eso sí: permítanme decirles que casi todos los grandes periódicos de Europa han titulado ayer con la nueva guerra del fútbol, a tres y cuatro columnas. Y han publicado unos cuantos editoriales. Por algo será.

    A medida que pasan las horas, tras esa aparición nocturna, muy nocturna, de Florentino Pérez (exclusiva mundial, se escuchaba, porque suele permanecer callado), la idea de lo que muchos consideran el Club de los ricos ha empezado a caer en picado. No sé por qué, pero este debate, que algunos desprecian, nos ha devuelto cierta confianza en que no todo se pueda decidir por el peso del dinero. Mientras en otros terrenos se insiste en la importancia del sacrificio y el esfuerzo, de pronto unos cuantos deciden que sería mejor formar una competición sin mucho aliciente para competir. Pero en la que nunca dejarías de ser importante, porque tú lo vales.

    La idea es económica, pero también, como se ha dicho, tiene que ver con el poder y el derecho, dicen, a ejercerlo. El poder de quien paga y genera ingresos. En ese sentido, el fútbol espectáculo (el deporte es el de los recreos, el de los patios) siempre me ha parecido un síntoma de nuestro tiempo. Sueldos desmesurados para algunos, atención mediática llevada hasta las últimas consecuencias (¡ya quisiera un Premio Nobel!), y ciertos endiosamientos (que muchos rechazan, es verdad). Quizás necesite de toda esa liturgia para satisfacer a la ávida audiencia. No digo que no.

    En realidad, toda la parafernalia futbolera, a veces tan excesiva, empieza a encontrar imitadores en otros sectores. Y la política, cada vez, más, se muestra también como un genuino producto concebido para su explotación mediática y publicitaria, como tantas veces hemos dicho aquí. Es decir, que en todas partes cuecen habas. Y el reino de los sobrevalorados es infinito.

    Lo bueno es que, metidos como estamos en un mundo de radicalidades y confrontaciones a cara de perro, y de adoración por el dinero, de pronto la mayoría de la gente que tiene que ver con el fútbol se ha pronunciado en contra de la pretendida Superliga. Y también los que no tienen que ver, al menos directamente, como Macron y Boris Johnson. Se ha hablado de la necesidad del mantener la competición, la emoción, el espíritu de la lucha. El esfuerzo. Una Superliga endogámica me parece mucho más aburrida que una Copa del Rey en la que el pequeño elimina al grande. Aunque le duela.

    Tema marcado como favorito