Firmas

España devora a sus hijos

    • 05 dic 2021 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego

    SI hay una cifra que nos debería hacer sonrojar como país es esta: 31,15% de desempleo juvenil (según la EPA en el tercer trimestre de 2021). Esto no es una consecuencia de la pandemia, ya que si promediamos la tasa de paro de los menores de 25 años de todos los trimestres de los últimos 20 años obtenemos una cifra todavía más alta: 35,34%.

    En un reciente artículo publicado en la revista SERIEs, Samuel Bentolila, Florentino Felgueroso, Marcel Jansen y Juan F. Jimeno destacan que existen factores estructurales y cíclicos que afectan a la empleabilidad y salarios de los más jóvenes. Los estructurales tienen que ver con el desajuste entre el mercado laboral y el sistema educativo y con las instituciones que generan una división insider-outsider que protege a los primeros y perjudica a los segundos (los jóvenes).

    Los cíclicos implican un efecto cicatriz producido por la entrada en el mercado laboral en momentos de crisis económica (hay que recordar que a la generación de los nacidos entre 1985 y 1995 se les puede considerar como la generación de la doble crisis). Los autores se centran en el segundo de estos efectos y varías son las ideas que se pueden extraer de sus investigaciones.

    Primero, España es una trituradora de empleo juvenil durante las crisis económicas. En 2007 el gap entre las tasas de desempleo de las personas de entre 20 y 24 años y las de 30 y 64 años era de 8,2 pp (igual que la media de la Unión Europea). En 2013 la diferencia era de 29 pp (en Europa de 13,4 pp). Segundo, la tasa de temporalidad (otro síntoma de la precariedad laboral) es del 80% entre los que tienen 18 y 20 años, del 60% para el grupo de los 21 a los 24 años y del 40% entre quienes tienen 25 y 29 años. Tercero, los salarios mensuales expresados en términos reales caen de manera considerable durante las crisis, pero no vuelven a los niveles previos en las recuperaciones.

    Los autores lo ilustran con un ejemplo: en 1980 el grupo de entre 25 y 29 años ganaba al mes 609€, en 2019, 574€. Es decir, el mercado laboral expulsa a los más jóvenes durante las épocas recesivas, además de reducir los ingresos que perciben, y esas pérdidas se cronifican en el tiempo.

    Por eso, es más necesario que nunca una reforma laboral (que no una derogación para volver a lo que había antes) para tratar de reducir una de las brechas que más se está ensanchando durante los últimos años: la generacional. La emancipación, la calidad de vida o la salud mental de la juventud depende en buena parte de nuestra capacidad como país de integrar a todas las generaciones en el proceso de creación de riqueza.

    Los jóvenes tenemos mucho que aportar, pero, desafortunadamente, al igual que Saturno, España devora a sus hijos, sobre todo cuando más arrecia el hambre.

    Tema marcado como favorito