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Estado residual y Cataluña

    • 13 ago 2021 / 01:00
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    CUANDO Zapatero pregonaba que el “concepto de nación es discutible y discutido” y proclamaba que aceptaría sin más el proyecto de Estatut que le mandara el Parlament de Cataluña, el entonces socialista Maragall, ex alcalde de Barcelona y presidente de la Generalitat, afirmó que era el primer paso para conseguir: “Que la presencia del Estado en Cataluña sea residual”. Y para empezar, en el texto que corrigió el Constitucional, mediante hábiles trucos dialécticos, la Generalitat asumía el ejercicio de competencias propias del Estado que no le habían sido cedidas. Estos días, las manifestaciones de apoyo a Pedro Sánchez y sus políticas nos han obsequiado con algunos textos insólitos sobre el modo en que el presidente del Gobierno afronta la cuestión catalana.

    Se afirmaba que en sus tratos la Generalitat, el citado no hacía otra cosa que “cumplir la ley”. Otro patrocinador fue más allá y tras reconocer los cambios de manifestaciones y acciones de Sánchez, desdiciéndose a sí mismo, las explicó con peregrinos argumentos para cubrir las contradicciones del inquilino de la Moncloa.

    En el primer caso, se ha tratado de cubrir las negociaciones y cesiones de Sánchez dentro de la “normalidad constitucional” de modo harto manipulador, ya que tal comisión Gobierno-Generalitat, creada en 2006, no incluye competencias para transferir competencias a las autonomías, ni mucho menos lo que pretenden en Cataluña. Y, nada más lejos que la pretensión de reconfigurar el Estado, si Sánchez cumple la Ley no puede darle a esta comisión competencias de las que carece. Y menos, cuando suponen privilegios que no se otorgan a otras comunidades

    Uno de sus panegiristas justifica su conducta contradictoria, adobándola con equivocas citas de enorme cinismo intelectual, como que “cuando cambian los hechos hay que cambiar las opiniones”. Es justamente al revés, son las opiniones que sustentan las acciones las que repercuten en los hechos. Pero en este caso, con el desvergonzado recurso de afirmar que los actos se fundamentan en principios o que se cumple la palabra como deber moral aprendido de sus padres. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar en esta grosera manipulación? Pocas veces se ha podido leer cosa semejante como el modo en que se tratan de justificar los virajes y las mentiras de un personaje público.

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