¿Existe el Espíritu?
SI atendemos a la cotidianidad que muchas veces es oscura, pesada y monótona, que nos puede hacer llevar una existencia triste sin capacidad de cambiarla, diríamos claramente que no existe el Espíritu. Sin embargo, es cierto que no puede eliminarse la pesadez de la carga, pero quizás podemos cambiarla.
Por lo que llamamos Espíritu, tenemos capacidad de ir más allá de las mismas apariencias de las cosas, de lo que vemos, palpamos y pensamos de ellas. El mar no solo es el mar, evoca grandiosidad, el firmamento trasmite inmensidad y nos recuerda nuestra limitación, la montaña no solo es montaña, sino que percibimos en ella majestuosidad. El rostro de un niño trasmita inocencia y candor, el de un anciano la erosión y el fluir de toda una vida, los dos igual que el de cualquier hombre o mujer nos hace pensar en el misterio de la existencia humana.
El Espíritu nos hace ir más allá de las meras apariencias, de lo que vemos, palpamos y pensamos. Podemos ver y sentir el otro lado de las cosas, su hondura y profundidad. Las cosas no son solo cosas. El Espíritu es capaz de ver símbolos y significados de otra realidad, presente en las cosas, pero no circunscrita a ellas porque las supera de alguna manera y nos remiten a otra dimensión. Las trascienden.
El ser humano, percibe valores y significados y lo importante para ellos no son las cosas que les pasan sino lo que significan para sus vidas y el tipo de experiencias que les marcan. Los humanos, como animales de alguna manera singulares tenemos una mente densa, reflexiva y recursiva que presenta fenómenos tan importantes como la conciencia, la experiencia del yo y la capacidad autorreferencial.
La espiritualidad humana se manifiesta en la tendencia a indagar en las consecuencias últimas de la realidad y de su propia experiencia, en salir del propio yo para compenetrarnos con el otro y con la naturaleza. Nos realizamos y afirmamos en la medida que nos trascendemos.
Recientemente, el prestigioso pianista y director de orquesta Daniel Barenboim alertaba sobre la carencia de Espíritu en estos tiempos. Efectivamente hoy en día se forma al hombre para muchas cosas, pero sin embargo se olvida un aspecto fundamental que es su carácter espiritual. Incluso hay un cierto rechazo a considerar este aspecto del hombre.
Parece que en esta sociedad líquida los fundamentos sólidos estorban. Muchos de los problemas de la sociedad actual tienen su origen en este olvido. El ser humano sin Espíritu no pude ser libre ni amar.