Firmas

Hocicando
en Arte Contemporáneo

    • 21 abr 2021 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego

    EL Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) ofrece, como suele, tres o cuatro exposiciones simultáneas. Un cartel en una de ellas dice que la muestra “estructura espacios de conflicto que definen la condición humana. Las nociones antagónicas de caos y cultura son revisadas como fuentes de energía creativa”. Después de esta advertencia previa, miro una de las pinturas exhibidas. Mide doce metros cuadrados y sobre un fondo negro el artista pintó erráticos trazos de colores y alguna figura informe.

    La pieza se llama Laberinto nocturno y no descubro ningún objeto identificable. Lo mismo sucede con la tela vecina, de un solo color rosado; necesito que me lo aclaren pero no tengo tiempo o ganas. Esas obras fueron pintadas hace trece años; y ahí están, en un espacio público, para contemplación de ciudadanos encuriosados con el arte contemporáneo. Tiene algo inextricable, como una sesión de paleofilosofía zen a la que asistiera por error.

    Gustaría asomarme al interior de un artista que produce esos objetos disformes. Lo que le inspira para realizar su obra quizá sean “los espacios de conflicto que definen la condición humana”, según anota sin engaño un cartel contiguo.

    Este sedicente arte es intrigante, y forma parte de la Contemporaneidad y por tanto no nos es ajeno. No pretende ser hermoso y es más intelectual que visual, de búsqueda que de resultados. En conjunto me resulta pretencioso. Dicen los críticos que es reflejo de nuestra época, y como esta es cambiante y desnortada, lo que vemos es de sentido incierto y envejece pronto.

    Cumplida esta zambullida contemporánea a continuación me voy al Obradoiro a ver el Barroco, que ya superó la prueba del tiempo, también es gratis y, si quieres, puedes entrar a rezar al interior, detrás de esa fachada.

    Tema marcado como favorito