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Innovar es construir

    • 27 may 2021 / 00:00
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    LLEVO unos días dando un curso de creatividad para gente de la administración. En él hablo de muchas cosas... Habló del concepto de Ikea y de cómo revolucionó el sector de la decoración y los muebles. Así, mientras en el pasado tú ibas a la tienda de muebles, elegías uno, lo comprabas, lo encargabas, te lo fabricaban y luego te lo llevaban a casa y te lo montaban, cuando llegó el gigante nórdico cambió radicalmente el ciclo de experiencia del cliente, consiguiendo que el mismo día cualquiera pueda elegir un mueble y tenerlo montado en su casa. ¡Todo un avance!, ¿verdad?

    También les habló de café y de cómo Nesspreso consiguió cambiar una tradición que llevaba implantada siglos... La cafetera de cápsulas varió radicalmente la forma de consumir café y provocó que gran parte de la competencia empezara a imitar la nueva tendencia. Es lo que tienen las disrupciones que, por su ingenio, marcan el camino futuro.

    También les hablo del Circo del Sol... De esa iniciativa canadiense que, cuando parecía que el arte circense estaba muerto, que los domadores de leones eran algo demasiado caduco y que los payasos siempre hacían las mismas bromas, reinventan el circo eliminando los animales y apostando por una escenografía mucho más audiovisual que es capaz de crear una experiencia de gran potencia.

    Muchas de las personas asistentes siempre afirman: Claro. Pero ser innovador no es fácil. Hay que tener la idea, hay que saber desarrollarla y hay que ser los primeros. A lo que suelo contestarles: No siempre. Google no fue el primer buscador del mercado, pero sí el más revolucionario por su capacidad de facilitar las búsquedas. Zara no fue la primera tienda de ropa, pero sí la pionera en hacer accesibles las últimas tendencias de moda al consumidor en el menor tiempo posible y a un precio asequible. Y acostumbro a concluir diciéndoles: el futuro es de las personas valientes que son capaces de aportar diferencias útiles.

    El futuro no se construye con experimentos modulares, con soluciones encapsuladas ni con grandes circos. El futuro necesita mejorar la experiencia de la gente, amplificar sus sensaciones positivas, ampliar sus oportunidades, garantizar un mayor acceso a los recursos y aumentar la transparencia y la confianza. Porque el futuro no se reclama, se construye. Y para innovar, más que indultar al pasado, hay que construir el futuro. Y no se puede hacerlo, por ejemplo, teniendo una máquina de tres millones de euros que salva vidas almacenada en el hospital clínico de Valencia. Y todo por haber sido donada por Zara.

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