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Jóvenes y COVID

    • 26 jul 2021 / 01:00
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    NO, no se puede culpar a los jóvenes de que la situación vuelva a ser en algunos casos explosiva como no se cansan las distintas comunidades de alertar. La propagación del virus en su variante delta, a saber las que faltan y vendrán y la efectividad última de las vacunas ¿ciencia o misterio?, está creciendo y siendo simplemente, vertiginosa.

    No faltan ya anuncios y videos en medios del testimonio de jóvenes que han sido ingresados, así como también el ingente número de jóvenes ingresados y en la UCI. Y como ellos dicen, “esto no es una broma”.

    Pero mientras las playas están atestadas, los conciertos y sus multitudinarias colas están presentes, los restaurantes y las terrazas a reventar. Y la relajación por parte de todos es casi general. Se dice que hemos perdido el miedo al virus. Gran valentía decirlo, pero llena de ignorancia y vehemencia. Despropósito sin igual. Teníamos prisa por anticipar un verano redentor de meses de crisis, de negocios a punto del cierre definitivo, de autónomos al borde mismo del caos, del concurso de cientos de miles de empresas y cómo no, del turismo, siempre el turismo en este desmadejado país de sol y tumbona, chiringuito y cerveza.

    Claro que no todo él puede ser calificado con semejantes términos ni siquiera bravatas empecinadas en una tarde de canícula. Nuestra industria es eso, turismo y a esperar. Pero puede usted preguntarse a qué esperar y por qué, habida cuenta que de tanto esperar hemos llegado tarde absolutamente a todo en nuestra historia y quizá también presente.

    Con una incidencia de contagio semanal que se dispara por encima de 600 en toda España y que sigue creciendo a velocidad de vértigo, con el anuncio de muchos toques de queda que guillotinarán las noches de desenfreno y lujo de jóvenes y no tan jóvenes, se nos acabaron las ocurrencias. Ya no valen ni mascarillas ni anuncios de telediario de sobremesa. Simplemente seguimos yendo por detrás de la pandemia. Nunca hemos sido capaces de anticiparnos. Quizá tampoco quisimos ni fuimos partidarios de anticiparnos conociendo lo que hemos conocido. Triste paradoja cuando la España que contabiliza sus muertos, la oficial que no la oficiosa, ya perdió por enésima vez el número. Otra de las mentiras que nunca ha interesado. Y que poco nos diferencia del país donde todo esto fue originado.

    A quién importa ya que a la OMS no la dejen investigar en Wuhan para saber si todo fue animal o un laboratorio. Ya tantas mentiras terminan por no importar a nadie, incluso a aquella miseria humana y moral del mal llamada Goebbels, la encarnación con otros acólitos de la banalidad del mal humano.

    Sí, jóvenes. El virus es más inteligente que muchos y busca ahora el nicho de mayor efectividad, el de los no vacunados. En vosotros precisamente. Los que habéis en buena medida relativizado y relajado el miedo y el dique frente al contagio, los que no renunciáis al sopor caudino de la noche de estío, los que no cejáis en abrazar y besar, bailar y vivir al ritmo de las músicas entrelazadas de alegría y jolgorio. Tened cuidado, porque todo es compatible. También con el contagio, la UCI y la muerte.

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