Firmas

La ascensión de Tati

    • 04 mar 2021 / 01:00
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    COMO estamos ahítos de política, pero de esa política que hace más denso el flujo de la sangre, como quien se alimenta mal, como quien se da a la bollería industrial ideológica, nos ha extrañado la irrupción viral del vídeo de Tati, Tatiana Ballesteros. Dicen que lo han visto más de tres millones de personas.

    No me enteré por las redes sociales, que esquivo siempre que puedo por aquello de mantener la neurona, y tengo, a cambio, la mala costumbre de informarme a través de periódicos y noticiarios, creados y escritos por periodistas. ¡Qué cosas! Imagino que, a pesar de que uno se crea moderno y contemporáneo, es fácil caer en un sentimiento próximo a Steele and Addison, perdonen la pedantería. Es que yo sigo creyendo en la prensa, por provocador que parezca.

    A Tati Ballesteros no la descubrí, entonces, en esa viralidad tan contemporánea, que nos hace contagiarnos, por lo visto, con lo que se cuece en la sociedad. No me llegó su vídeo, lo que demuestra que no estoy en la pomada. Pero lo vi en lo de Risto, de sobremesa, cabeceando en el sofá.

    La irresistible ascensión de Tati comenzó hace justo dos días. A pesar de que su ya famoso vídeo reivindicativo sobre la dignidad y el coraje en la política había viajado por las redes a gran velocidad, fue su presencia en televisión lo que la colocó en el mapa mediático. Ayer no entró por videoconferencia, sino que Risto, yo diría que un tanto fascinado con lo que definió como el gran potencial comunicativo de esta mujer (“¡un día te contrataré!”, le había dicho el día anterior), la llevó al plató.

    Como vivimos tiempos extremados, de ventiscas ideológicas, lo de Tati extrañó, ya digo, y de inmediato surgieron las preguntas. ¿Qué hace una chica como ella en un sitio como este? No había firma en el vídeo, más allá de la suya, no había siglas, ni de lejos, pero, aún así, se especuló (esta es la edad de la especulación) con que se trataba de una campaña publicitaria moderna, de esas que empiezan por mostrar una cosa, pero luego resulta que se trata de otra. Una manera de penetrar en la sociedad de manera oblicua.

    Lo cierto es que la sobredosis ideológica, la política de la tensión como una de las bellas artes, nos obliga a preguntarnos todo el rato por las intenciones ocultas de todas las cosas. De los vídeos, también. Ese alegato en favor de un capitán que maneje el gobernalle entre las rocas errantes, como si de Walt Whitman se tratara, ha generado controversia, desde luego. Claro que Whitman hablaba de Lincoln, de su asesinato, de la pérdida. ‘Hojas de hierba’ sigue emocionando, pero, puestos a buscar, ha tenido sus detractores. Tati afirma que ella grabó el vídeo sin aludir a nadie ni a nada, sólo porque le apetecía demostrar el infinito cansancio del hombre contemporáneo.

    Ignoro si, con el tiempo, el vídeo se destapará como una campaña disimulada de algo, pero Ballesteros insiste en que no, que es cosa suya. Se trata, me dicen, de un desahogo bien filmado. Es cierto, desde luego, que al ciudadano se le demanda demasiado. Es cierto que el cansancio es mucho. Lo que Tati vaya a hacer con esta nueva popularidad, con esta ascensión mediática, es un enigma. En lo de Risto le dijeron que acabará estando en una lista electoral. Tal vez. Es el misterio, o la sorpresa, lo que ha hecho tan popular su intervención. No sé si en política, pero, como captadora de audiencias, sin duda tiene futuro.

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