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La escopeta plurinacional

  • 18 dic 2020 / 00:55
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Berlanguiano: 1. Perteneciente o relativo a Luis García Berlanga, cineasta español, o a su obra. 2. Que tiene rasgos característicos de la obra de Luis García Berlanga. Pocas personas tienen el privilegio de que su apellido se convierta en un adjetivo recogido por el diccionario de la Real Academia. Pero el director valenciano reunió méritos suficientes con la caricaturización que hizo de la sociedad española en títulos inolvidables como Bienvenido, Mister Marshall; Los jueves, milagro o El verdugo. El próximo año se cumple un siglo de su nacimiento, motivo por el que se le rendirán múltiples homenajes. Desde estas Contrariedades, nos atrevemos a adelantarnos hoy a esas honras con el esbozo de lo que podría ser el guion de una actualización de La escopeta nacional. ¿Por qué, en concreto, esta película estrenada tres meses antes de la aprobación de la Constitución? Porque, en ella, él escenifica el verdadero estado de la nación de aquella España decadente y en transición, dominada por obispos, aristócratas y políticos del franquismo, en que nacía lo que ahora llaman el Régimen del 78 que unos sacralizan y otros quieren laminar.

Cuarenta y dos años después, los acontecimientos obligan a retocar el título, que por el bien de la convivencia es aconsejable evolucionar hasta La escopeta plurinacional. Habría también un pertinente cambio de escenario, desde la finca madrileña de Los Tejadillos hasta el periférico pazo de Meirás, mientras los personajes dejarían de ser ficticios, pues dada la inclinación de los políticos actuales a la comedia, ya no hay razón para que no sean reales. Al marqués de Leguineche (Luis Escobar) lo transmutaremos en mujer, para adecuar la historia a la igualdad de los nuevos tiempos, y lo encarnaría la vicepresidenta Carmen Calvo, sin título nobiliario porque ya le sobra el que ostenta en el Gobierno. El papel de su hijo onanista (José Luis López Vázquez) le va que ni pintado a Pedro Sánchez. A Canivell, el empresario catalán de telefonillos automáticos que bordó José Sazatornil, podría representarlo Feijóo. Al ministro de Industria (Antonio Ferrandis), puesto que ese sector ya casi no existe, lo suplantaría otro ejemplo del poder femenino, la jefa de Hacienda, María Jesús Montero. De tecnócrata del Opus Dei en busca de ministerio (Pedro del Río) pondríamos a Pablo Casado, y de sacerdote devoto de Franco (Agustín González), que hoy lo sería de Sánchez, al asesor de La Moncloa Iván Redondo. Pablo Iglesias actuaría como el jefe del personal de servicio que reclama televisión en color para todos, y habrá tantos secundarios como la gente quiera. Se mantiene la escopeta –más cargada de naciones que nunca–, pero no la cacería –rudo hábito del Ancien Régime–, que se sustituye por un retiro político de elenco dispar y bajo el influjo del feminismo queer de Irene Montero.

IINTERIOR. TARDE. Biblioteca Pardo Bazán del pazo de Meirás.

Los reunidos, pese a que conocen un idioma común, hablan en distintas lenguas vernáculas traducidas por un dispositivo en el que alguien como Canivell hizo negocio. Carmen Calvo lee unos papeles sacados de su impresora-falsificadora. “Como sabemos que no habrá acuerdos, pasamos directamente a Ruegos y Preguntas”, ordena. Feijóo toma la palabra y exige que Galicia sea compensada por cumplir el déficit. La ministra Montero le pide que no la confunda con Montoro. Alguien que dice hablar en nombre de Cantabria acusa a Feijóo de querer montar una ruta complementaria a la Xacobea, el Camino de Meirás. Por videoconferencia desde la cárcel de Lledoners, Junqueras reclama que la armonización fiscal incluya la creación del consorcio Amigos de los Pazos para repartir beneficios. Calvo lee un e-mail del diputado de Teruel Existe: “Como la batalla del Ebro nos cayó cerca, pensamos que tenemos derecho, al menos, a un cuarto de baño del pazo de Meirás”.

INTERIOR. NOCHE. Pasillo de las habitaciones del pazo de Meirás.

Los gritos de un Casado sobresaltado despiertan a todos los hospedados. “He visto al fantasma del general Franco”, les cuenta a la puerta de su cuarto. “¡Qué fantasma ni qué ocho cuartos, tú viste a Abascal, que se nos coló por tu culpa!”, le chilla Iglesias. “No será porque no te hayamos avisado”, le recuerda Sánchez, al que Casado le responde: “Y tú blanqueas al comunismo”. “Callad, que los dos votáis con Vox para salvar al emérito”, les reprocha Iglesias. Una voz ininteligible en euskera llama pervertido al presidente, porque tanto le va la izquierda como la derecha. Y, en esto, a Calvo le llega un wasap, lo lee y anuncia un inminente mensaje real en laSexta. Bajan al salón donde Franco acariciaba a sus nietos y al encender la tele sale Juan Carlos I en el aeropuerto Adolfo Suárez tras regresar del exilio en Abu Dabi: “Lo siento mucho. Me he vuelto a equivocar”.

EXTERIOR. DÍA. Jardines del pazo.

Los invitados, con ojeras, se despiden y se oye una manifestación en las afueras del pazo. Entre la muchedumbre, se distingue la silueta del diputado del BNG en Cortes, Néstor Rego, bajo un paraguas, con la expresión de Primitivo, el personaje de Los pazos de Ulloa que recelaba de la señorita que se adueñaba de lo que él anhelaba para su niña.

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