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Me gusta el fútbol

    • 24 nov 2022 / 01:00
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    EN plena resaca de goleada, debo reconocer que cada vez me resulta más difícil surfear en medio de una sociedad que juega como nadie el balón de la hipocresía. Más aún, cuando sabes que cualquier opinión centrada al pie, puede acabar por rebotar en un talón y retornarte en forma de boomerang para abrirte una brecha de dimensiones descomunales en la cabeza. ¡Es lo que tiene jugar el mundial de la posverdad, como a muchos les encanta llamarle ahora, o del cinismo, como la mayoría le hemos venido llamado toda la vida!

    Y es que, ¿se puede, al margen del cinismo, organizar un evento de la trascendencia y la dimensión de un mundial en un país y un entorno que no respeta los derechos fundamentales de las personas? Porque independientemente de las declaraciones fuera de juego de Infantino, que tienen delito si las analizamos con el VAR, lo único que vamos a catar en esta copa del mundo son mensajes contradictorios que quieren hacer gotelé con el muro de las lamentaciones de un pueblo condenado a la tiranía y la discriminación. ¡Menudo ejemplo!

    Algunos, algunas y algunes, para no dejar a nadie de piel fina fuera del saco, esgrimen ahora su dignidad declarándose disidentes en el último momento. Y yo me pregunto: ¿qué pasa? ¿Se ha convertido Catar en lo que hoy es anteayer, se han dado cuenta tarde las celebrities de a dónde iban o estamos ante la cuadratura del círculo del cinismo y algunas, algunos y algunes, perdón que me repita, nos quieren meter un gol por la escuadra convirtiendo su disidencia en un trending topic que no hace sino engrosar su popularidad? ¡Hagan sus apuestas!

    Y mientras lo hacen, hablando de pieles finas, permítanme tirar una falta. Tomo carrerilla y me pregunto... ¿Todo vale para defender según qué cosas? ¿Se puede invocar justicia cometiendo una injusticia? ¿Puede una selección ir a jugar a un país marcado por las discriminaciones y las exclusiones?

    Aumentemos la barrera, pero sigamos disparando. ¿Es oportuno un mundial en el que sólo juegan hombres, en un país en el que sólo mandan hombres y que se inicia en una semana en la que todas, todos y todes nos vestiremos de violeta para reclamar igualdad? ¡La fiesta de las selecciones y los colores! Así es como un sabio definía hace años al mundial.

    Entre tanto cinismo, tantos colores, tantas etiquetas, tantas proclamas, tantos manifiestos y tantas pieles finas tatuadas con mensajes estandarizados estamos liando la mundial en prime time.

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