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Navidad prohibida

    • 19 nov 2020 / 00:00
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    EN plena pandemia por la covid-19, no habrá Navidad tal y como la hemos conocido. Con toda seguridad se mantendrán las restricciones y limitaciones de movilidad durante las fiestas. Las multitudinarias celebraciones de Fin de Año o las cabalgatas de Reyes están prácticamente descartadas.

    Un precedente lo encontramos en las Islas Británicas, en el año 1647. La Primera Guerra Civil inglesa había terminado. Las fuerzas del Parlamento, dirigidas por Oliver Cromwell, se habían alzado con la victoria y el rey Carlos I estaba preso en Hampton Court. La reforma protestante había reestructurado la Iglesia y los días santos, incluida la Navidad, fueron abolidos en todos los reinos, también en Gales, Escocia e Irlanda.

    Pero la cosa no salió bien. “Se prohibieron las exhibiciones de adornos navideños (acebo, hiedra y otros árboles de hoja perenne). También se restringieron otras tradiciones, como las fiestas y el consumo festivo de alcohol, consumidas en grandes cantidades. El día de Navidad, sin embargo, no fue tranquilo. Comunidades enteras de Inglaterra, Escocia e Irlanda desobedecieron las reglas. Las calles de Londres estaban adornadas con acebo y hiedra. Y los propietarios de las tiendas decidieron cerrar y no trabajar, contraviniendo las órdenes gubernamentales”.

    “Hombres armados con garrotes de púas patrullaban las calles persuadiendo a los comerciantes de que permanecieran cerrados”, apunta el profesor William Sanders de la Universidad de Notthingham Trent. “Tomar las armas y romper las reglas no fue solo para tener un momento de diversión. Luchar contra la prohibición fue un acto político. Las cosas habían cambiado y la rebelión navideña también era una protesta contra la nueva normalidad. La gente estaba harta de una serie de restricciones y de las dificultades financieras que vinieron con el sistema presbiteriano y las consecuencias de la guerra civil”, añade.

    Las secuelas de los disturbios navideños fueron dramáticas. Los alborotadores que participaron en la fiesta de Navidad tuvieron que responder ante la ley y los condados se rebelaron contra el Parlamento. Los realistas que aún se mantenían fieles a Carlos I capitalizaron el descontento popular y comenzaron a organizar a los alborotadores.

    Los disturbios siguieron. Entre abril y junio de 1648 se sucedieron las sublevaciones, lo que acabó desembocando en la Segunda Guerra Civil inglesa ese mismo verano. El rey fue juzgado por alta traición y decapitado una fría mañana de enero de 1649. La Navidad continuó sin celebrarse hasta 1660.

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