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O dictadura o democracia

    • 20 jul 2021 / 01:00
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    POR motivos históricos evidentes, Cuba siempre ha ocupado un lugar destacado en el afecto de los españoles, lo que explica nuestro interés por las protestas que han agitado las calles de numerosas ciudades cubanas. Los motivos de las protestas van desde la crisis del turismo (su principal fuente de divisas) hasta la inexistente gestión que el Gobierno ha hecho del COVID.

    Los cubanos parecen haber perdido el miedo a su todopoderosa dictadura, que les impide las más elementales libertades políticas, económicas y sociales. Ya no se sostienen los privilegios de los que disfruta la élite del Partido Comunista frente a unos ciudadanos que sufren una precariedad material que roza la miseria. “De tanta hambre que pasamos nos comimos el miedo”, escribía el músico Yomil en su cuenta de Twitter, y hacía lo propio la escritora Wendy Guerra: “¡El hambre nos movilizó!”.

    La respuesta del Gobierno de Díaz-Canel a estas movilizaciones pacíficas ha sido durísima. Corte de Internet, movilización de partidarios del régimen (fomentando el enfrentamiento civil), calificar a los manifestantes de “delincuentes”, ordenar una brutal represión con numerosos detenidos (incluidos un centenar de periodistas, entre ellos una del diario ABC). La propaganda comunista ha recurrido también al tradicional argumentario sobre el bloqueo yanqui para explicar la penosa situación de la isla. Olvidando que cuando Obama lo levantó esencialmente, en Cuba no pasó nada más allá de evidenciarse que su gran problema no era EE. UU., sino la gestión interna de un país que es un caos económico gestionado por incompetentes codiciosos que se amparan en un Estado policial.

    Pese a las evidencias, nuestro Gobierno socialcomunista no ha querido pronunciar la palabra dictadura para referirse al régimen cubano. Los equilibrios y rodeos para evitarlo revelan con toda crudeza la hipocresía de Sánchez, que para no molestar a sus socios evita referirse a Cuba como tal, no vaya a ser que Podemos le plante cara en plena campaña de propaganda tras el anuncio del nuevo Gobierno de la “recuperación”.

    Estamos ante un régimen dictatorial hereditario que gobierna la isla desde 1959, sin elecciones libres, ni partidos, ni separación de poderes, que viola los derechos humanos, usa las leyes sólo para proteger a sus gobernantes y donde nada funciona salvo la policía política. ¿No es esto una dictadura?

    Nos contesta la revista The Economist que en el Índice de Democracia que elabora cada año, tras analizar 60 indicadores, califica a Cuba de “régimen totalitario” y le coloca en su zona roja.

    La izquierda española para la que sólo hay dictaduras de derechas, ante la heroica demostración de arrojo y dignidad del pueblo cubano, al evitar llamar a las cosas por su nombre, demuestra una indignidad y una vileza insoportables.

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