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Orden en el desorden

    • 19 sep 2020 / 00:00
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    SEGUIMOS observando disfunciones, contradicciones, dejación de funciones y consecuencias preocupantes, en el funcionamiento de los sistemas educativo y sanitario. Hace unos días exponía mi opinión sobre la conveniencia, como cuestión de supervivencia, de poner orden en el régimen autonómico de transferencias.

    Vox era el único partido que defendía la supresión de las autonomías, pero a partir de las últimas elecciones andaluzas, creo que perdió credibilidad. En las conversaciones mantenidas con PP y Ciudadanos para la investidura del candidato del PP, exigió devolver al Estado las competencias de Sanidad y Educación, a cambio de su apoyo. Armó ruido, rentabilizó su postura y acabó claudicando.

    El PP, que en la misma campaña electoral anunció su iniciativa de devolver las competencias de educación al Estado, pudo haberse unido al planteamiento de Vox, e intentar una reforma. La tan cacareada iniciativa quedó, una vez más, en el desván de las promesas electorales incumplidas. ¿Y los demás partidos? Ninguno moverá un dedo para modificar la situación actual, que garantiza sillas a miles de afiliados.

    Algo parecido sucede en relación con los múltiples parlamentos existentes, aforamientos, diputaciones, defensores del pueblo, televisiones autonómicas, delegaciones del Gobierno y subdelegaciones,...: de vez en cuando prometen cambios o supresiones y, pasado el primer ruido, todo queda en agua de borrajas.

    Sin embargo, algo hay que hacer, porque el sistema funciona defectuosamente, como ha revelado la crisis actual: genera un crecimiento desmedido del déficit público y del endeudamiento, provoca desigualdades entre los españoles según el lugar en el que vivan, alienta el individualismo territorial, complica el funcionamiento de un mercado único, produce desconcierto en quienes vienen a España con el propósito de invertir y, sobre todo, impide la articulación de medidas homogéneas ante una situación de emergencia.

    Sólo la clase política no ve –mejor dicho, no quiere ver– el problema, tampoco habla de él y no escucha el clamor de los ciudadanos, porque ha adoptado la actitud de los tres monos sabios.

    Negar que la transferencia de determinadas competencias a las CC.AA. ha mejorado la prestación de ciertos servicios, no sería ni justo ni exacto; pero desde el mes de marzo, la tozuda evidencia del desorden y el descontrol aconsejan hacer algo urgentemente, llámese armonización, coordinación o corresponsabilidad.

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