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Reseña Musical

P.I. Tchaikowski y D.Shostakovich, dirigidos por Víctor Pablo Pérez

    • 20 ene 2023 / 01:00
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    Programa de la “OSG” dirigido por Víctor Pablo Pérez en el Palacio de la Ópera de A Coruña- 20´00 h.-, en que se escuchará el “Concierto para violín en Re M. Op. 35·, de P.I.Tchaikovki y la “Sinfonía nº 5, en Re m. Op. 47”, de Dmtri Shostakovich, solista será la coreana Bomsori Kim, con estudios en la Escuela de Arte Yewan (Seúl), antes de continuar en la Juilliard School neoyorquina, en donde asistió a las docencias de Sylvia Rosenberg y Ronald Copes. Dispone en cesión de un “G.B. Guadagnini” (1774), una atención de la “Kumho Asiana Cultura Foundation”, a partir de 2013, y ganó certámenes como el “Concurso Int. Tchaikovski”, el “Queen Elesabeth”, el “Int. ARD”, el Jan Sibelius” y el “Henryk Wieniawski”. El primer trabajo en cd, lo realizó para la firma “Classics”, con el “Concierto nº 2” de Wieniawski y el “Concierto nº 1”, de D.Shostakovich.

    Mítica obra este “Concierto para violín y orquesta, en Re M. Op. 35”, de P.I. Tchaikovski, que ha tenido tratamientos de referencia como los de D.Oistrakh, Nathan Milstein, Vadim Repin, Yehudi Menuhim, Pierre Amoyal o más recientemente Anne-Sophie Mutter, producto evidente de haber sido considerado como uno de los de referencia para el instrumento, obra de un periodo de retiro en Montreux, huyendo de uno de sus acostumbrados e ineludibles fracasos emocionales, al tiempo que recibía la importante visita del violinista Josif Kotek, con el que mantenía una profunda amistad, quien será primordial en lo relativo al tratamiento técnico del mismo. Consejos oportunos auspiciados por esa confiada relación y que traerá como consecuencias una revisión detallada del segundo tiempo, que redundará en lo que es la “canzonetta”, desplazando el tiempo previsto a la ”Meditación” integrada en “Souvenir d´un lieu cher Op. 42”. Kotek, en justicia, no fue su dedicatario, beneficio que se quedará Leopold Auer, profesor del Conservatorio de Moscú, quien ya había tenido consideraciones parecidas por la “Serenata melancólica”, garante seguro de la promoción y divulgación de esta obra. Auer canceló el pretendido estreno, ya que mostraba clara ojeriza con respecto a sus posibilidades interpretativas, lo que motivó un cambio de dedicatario, pasando a Adolf Brodsky, quien lo dará a conocer a finales de 1881, con la Wien P.O., dirigida por Hans Richter.

    El “Allegro moderato” recibe una primera consideración gracias a la entrada de los primeros violines en una breve introducción en un paso hacia la entrada de la solista, que manifiesta en toda su pujanza un virtuosismo de absoluto dominio, motivado por el uso de triples cuerdas entre ostentosos intervalos y acentuaciones de ritmos con puntillo, confirmado de seguido por un segundo tema de similar talante. Un episodio “Piú mosso”, en un juego de la solista con dobles cuerdas, curiosos arpegios y trinos, desafía a la orquesta que se expresa en un “Moderato assai”, dejando espacio para la espectacular cadenza”, puro arte de equilibrio sonoro, preparando la vibrante reexposición, con sus dos temas. La “Canzonetta” , destaca por el acostumbrado melodismo en su estilo y en el que la solista, con sordina, observa aspectos cercanos a detallismos vocales, a la espera de la respuesta de la flauta y el clarinete en eco. Vale la parte como claro esclarecimiento motivado por curiosas modulaciones, con figuraciones de las maderas, con el violín en un extenso trino.

    El “Allegro vivacísimo”, no deja de adivinar posibles zingarismos por sus ritmos tensos y nerviosos, provocados por la cuerda del violín desde una primera idea que con suerte, podrá llevarnos a otros de manifiesto señorío, en estos años marcados por obras para solista en evidente desafío, valiéndonos en lo técnico a través de las sugerencias de una imaginaria danza popular, partiendo de un bordón de quinta, cargado hasta los límites de las habituales exigencias. Apoteosis de la violinista solista en grado sumo en una obra para la que su autor, había previsto la ampliación con un cuarto movimiento lento, al que precisamente acabaría renunciando. Una obra convertida casi en obsesión y que como queda dicho, Adolf Brodsky, en su voluntaria defensa, conseguirá elevar a la condición merecida ante tanta oposición generada desde los primeros apuntes de sugerencia.

    Dmtri Shostakovich con la “Sinfonía nº 5, en Re m., Op 47”, obra programada en su estreno con el “Concierto para piano de A.Kachaturian, con Lev Oborin como solista y Mavrinki en el podio, maestro de expresión serena e impenetrable, en una atmósfera cargada de sensaciones y que dejó entre los aficionados la impresión de que algo grande estaba pasando por una profunda fuerza y hondura. Esta sinfonía había logrado oscurece el éxito de la primera, y de la que dejaron constancia, además de críticos especializados, escritores como Alexei Tolstoi y Alexander Fadeiev o el poeta Serguei Gorodetski. Una gran aceptación pues, entre los músicos y personajes como el cantante Ivan Yershov, que había criticado duramente “La edad de oro”, se acercaría al compositor tras el concierto, para rendir cumplido reconocimiento de homenaje y gratificación, asunto que no dejaría de desconcertarle. Gajes de la acostumbrada convivencia cotidiana, y un especialista como Heinrich Neuhaus, definirá esta sinfonía como la obra por excelencia de las dos últimas décadas, detalle al que se añade la carta recibida de S.Prokofiev, tras haberla escuchado en condiciones precarias.

    El estreno de Mraviski, en San Petersburgo en noviembre de 1937, fue resultado de un denso trabajo que le ocupará al autor tres meses de intensa dedicación y mientras se sobrepone al fracaso de su ópera “Lady Macbeth de Mzensk Op. 29”. El “Moderato”, con sus intervalos quebrados en las cuerdas y sus ritmos puteados, se aboca al protagonismo de una recreación de atmósferas en un climax nervioso, propicio para las vivencias que le embargaban continuamente. Un espacio apacible, en concordancia con el tiempo, permite que flauta y clarinete protagonicen una especie de pastoral, a la espera de un previsible “staccato” en el registro grave de las cuerdas ya en la entrada del desarrollo que dinamiza los dos temas siguientes. Un intercambio de pareceres entre distintos instrumentos que dan contenido al movimiento, se transforman en un “fortissimo” preparando la coda y dejando escuchar a un violín en registro agudo, con unas notas cromáticas de la celesta.

    El “Allegretto”, efectivamente un “scherzo”, resulta concentrado y conciso, una idea del personal humorismo chocante y conocido en el compositor, destacando un guiño vivaz en las maderas, con trinos en “staccato” a cargo de los fagotes, a los que se opone un tema jocoso de las trompas. Muy en su línea con un aire de burla y pinceladas de vulgarismos. “glissandi” ascendentes, se permite el detalle final con un “divertimento” de aroma popular. El “Largo”, con las cuerdas divididas, resulta una especie de meditación de pura inspiración en una escritura que se acerca a un coral. Los violines con un tema sencillo, reciben la respuesta del arpa mientras la flauta nos deja una breve melodía, camino de un “tutti” orquestal en el que el oboe aporta un detalle ensimismado. Un pasaje polifónico, nos anuncia el estallido final como culminación del movimiento. El “Allegro non troppo”, llegó a crear sus dudas aunque el torbellino de fiesta popular, da argumentos a detalles que lo emparentan con el “Moderato”, en una calculada instrumentación refinada. Un “fortissimo”, en la dominante, resulta una clausura de impactante relevancia, que para algunos especialistas, resultará un tanto trivial.

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