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¡Pasó la Tuna en Santiago!

    • 14 oct 2021 / 01:00
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    LOS III Encuentros Troyanos celebrados hace pocos días, permitió reunir a un buen número de agrupaciones de tunos de España, Portugal e incluso Puerto Rico, invitados por la Casa Museo de la Troya (por cierto, si no se ha estado nunca es una visita inaplazable) y su agrupación musical Troyanos de Compostela. Todos contribuyeron a crear con su alegría y su música una atmósfera distinta en la ciudad.

    Los tunos, a su vez cantores, músicos, juglares, poetas y desde luego bohemios, son una tradición que entronca con las raíces humanísticas europeas, ya en 1348 Alfonso X el Sabio los citaba en su Código de las Siete Partidas. La Tuna es maestra de vida y ejercita tanto la humildad como la generosidad. Al pasar la pandereta y recibir dinero por su música, conoce los mejores lugares y plazas de este y otros países, pero a su vez también canta y toca buscando el simple pago de una sonrisa.

    Un columnista con trienios sabe que defender la Tuna es uno de avisperos que no debe pisar si lo que buscas es no enfrentarte con esos falsos (sobre todo -as) progresistas, que afirman con tanta contundencia como desconocimiento que es de derechas, que es un anacronismo medieval o que ofende a las mujeres. Y lo que es peor, que está llena de personas demasiado vitalistas, divertidas y hasta “dicharacheras”. Y claro, resulta inadmisible que en la Universidad del siglo XXI se tolere a los que van por la vida dando brincos, regalando clavelitos (musicales o florales), o cometiendo el pecado mortal de practicar el arte de la seducción, sin más aspiración que regalar alegría de la saludable y sostenible.

    La Tuna no es de una época ni de un partido político, en ella caben todos: de izquierdas, de derechas, de centro. Trasciende a la política, traspasando la frontera de los tiempos modernos, sin llegar a desaparecer pese a las profecías de los más cenizos (aquí también, sobre todo -as) que así lo auguraban.

    La Tuna no es una comparsa de personas que se disfrazan para divertirse, sino una agrupación de músicos magníficos, conformada por antiguos o actuales estudiantes universitarios. Precisamente esta condición y su objetivo de vivir la música y esparcirla, despertando emociones ante quienes quieren disfrutarla, los lleva a cultivar cualidades como el respeto, la lealtad, la camaradería, la empatía, o el compromiso social altruista.

    “En la Tuna, que es crisol de amigos nuevos y probanza de antiguos, se encuentran firmes amistades y amores, platónicos y no platónicos, constantes y efímeros que forman un colorido grupo humano. Con los viajes se aprende a conocer a los demás, a tolerarlos y a sentirse parte de una humanidad que sobrepasa las fronteras y las lenguas, siendo los Tunos, sin haberlo pretendido, los continuadores de una tradición secular”, del Libro del Buen Tunar de Emilio de la Cruz y Aguilar de 1967.

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