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Portugal y Cataluña, nada que ver

  • 24 ene 2021 / 00:00
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LOS portugueses acuden hoy a las urnas para revalidar a Marcelo Rebelo de Sousa como presidente. Las elecciones lusas son, de facto, un plebiscito. Los catalanes están convocados para el próximo 14 de febrero. En ambos casos, las votaciones se celebrarán en el momento de más contagios desde que comenzó la pandemia, tanto en un territorio como en otro. ¿Deberían aplazarse? El sentido común nos dice que sí, aunque en Portugal no es legalmente posible. Tendrían que modificar su constitución y lleva su tiempo.

En Cataluña el PSOE tiene interés en que se celebren cuanto antes para no quemar al candidato. Las encuestas auguran al ministro Illa buenos resultados en este momento. Similares a los de Ciudadanos de hace tres años. La Justicia dictaminará en cuestión de días, pero en su fallo será determinante el nivel de restricciones competencia del Gobierno para luchar contra la COVID.

El candidato socialista es a día de hoy la solución menos mala para recuperar la normalidad política en Cataluña, si entendemos normalidad como el respeto de sus gobernantes a la legalidad prometida, que la cumplan y hagan cumplir. No obstante, un responsable público ha de actuar con ética, con decisiones que redunden en el bienestar general en lugar de sus intereses particulares o partidistas. Y es que cada día resulta más evidente que el Gobierno de Sánchez no decreta el adelanto del toque de queda y que rechaza el confinamiento domiciliario porque la Justicia, ante situación tan extraordinaria, aplazaría los comicios, un retraso que no conviene a su candidato ni a él.

Es un comportamiento lamentable, éticamente reprobable. No solo no toma decisiones sobre la pandemia sino que tampoco las deja tomar a las comunidades. Se muestra inflexible porque teme que si cede la competencia, la Generalitat ordenará las máximas restricciones para evitar el 14-F, lo cual es más que seguro. O sea que entre pillos anda el juego. Ni unos ni otros piensan en los enfermos y muertos catalanes, y mucho menos por supuesto en el resto de las 16 comunidades autónomas. ¡Qué asco de política!

Café Derby: ¡Los bares, qué lugares!

RECIBÍ con enorme satisfacción la noticia dada por este periódico sobre el esperanzador futuro del Café Bar Derby. El casi centenario establecimiento levantó hace unos meses sus mesas y cerró las puertas por causas ajenas a la pandemia, aunque tal vez el virus algo haya tenido que ver. Las expectativas de su recuperación para solaz de compostelanos y visitantes son halagüeñas. Su desaparición sería una gran pérdida para la ciudad, pues se trata de un local que trasciende la actividad hostelera, en el que aún se percibe la presencia de Valle Inclán junto a otros muchos personajes históricos. Desde su alumbramiento, en 1929, fue bastante más que un café bar. Son los de hoy momentos convulsos, en todos los órdenes, que la hostelería y la restauración sufren con agravado rigor en el sector servicios. Poco ha que también nos dijo adiós el mesón pulpería Fuentes de Conxo y recientemente se despidió la Bodeguilla de San Roque, dos lugares gastronómicos de referencia, llenos de recuerdos. Unos años atrás lo hicieron lugares emblemáticos de la movida compostelana, como el Tamboura, Fucolois o La Ofisina. Igual que otros, eran producto de la década de los 80, que Gabinete Caligari plasmó vinilo: “Los bares, qué lugares/tan gratos para conversar”. Cuando recuperemos la normalidad lo volveremos a entonar. En el Derby.

Industrias: transición xusta ou extinción?

O peche de Endesa das Pontes colleu a moitos por sorpresa. A todos os que de boa fe creron que unha transición enerxética xusta era o que se propoñía facer o Goberno con esta empresa. Antes pechou a térmica de Cerceda, propiedade de Unión Fenosa, hoxe Naturgy. Quedara obsoleta, viñeron dicir. Como sempre, anunciouse un plan industrial alternativo por parte do Ministerio de Transición Ecolóxica. Fíxose o borrador e meteuse nun caixón. Pensabamos que nas Pontes sería distinto, pero non. O raio de esperanza xurdido polas probas que se facían con materia prima menos contaminante non deron o resultado esperado. A empresa di que non é viable economicamente e polo tanto pecha. Dá a entender, aínda que non o explicita, que con axudas públicas podería ser diferente. O caso é que nunca debeu chegarse aquí. Transición significa un cambio ordeado, non unha ruptura abrupta e menos a extinción. Non direi que é o que quere o Goberno, porque ninguén pode ser tan malvado, pero resulta evidente que en materia industrial relacionada co noroeste do noroeste de España, ou sexa Ferrolterra e incluamos A Mariña, non sabe ou a Sánchez e pouco lle preocupa. A súa transición inxusta leva á desaparición das industrias da comarca. Primeiro dispara e despois pregunta. As ministras galegas Díaz e Calviño deben unha explicación.

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