¡Qué bárbaro!
CADA mañana, al poco de levantarme, mi suegra acostumbra a compartir con el grupo de WhatsApp de toda la familia una fotografía customizada con alguna frase de cosecha propia. Es su particular manera de darnos a todos los buenos días. Pues bien. Desde hace meses en todos sus mensajes de primera hora de la mañana siempre destaca, en mayúsculas y en un lugar preponderante, la palabra PAZ. Seguramente debería ser el vocablo de 2022. Desgraciadamente, son muchas las personas que siguen empeñadas en sus guerras...
Dejando a Putin al margen, pues el apartado de genocidas, por más que algunos dirigentes siempre lo invoquen para asignarle la culpa de lo propio y de lo ajeno, bien merece de un epígrafe propio, no me negarán que el mundo está lleno de bárbaros que disfrutan con las barbaridades más variopintas. Porque, para romper el hielo, por ejemplo, hay que tenerlos cuadrados para enarbolar la bandera del espíritu de Ermua el domingo y sentarse a pactar con Bildu el lunes.
Como decía un amigo mío de facultad: ¡Qué bárbaro! ¡Qué bárbaro! Muchos lo querrán justificar hablando de segundas oportunidades, reinserción, integración e incluso democracia. ¡Ay en que se ha convertido la democracia para algunas y algunos!
Me pregunto muy frecuentemente que pasa, por ejemplo, por la cabeza de gente como Rufián cada vez que ingenia una de sus periódicas rufianadas. Porque para hacer ruido y ocupar un tiempo de pantalla sustancioso en prime time debería haber cosas que, mejor, tendrían que quedarse en el baúl de los imposibles. Y es que, ¿a quién se le ocurre sacar tres casquillos de bala en pleno Congreso teniendo todavía fresco el recuerdo del clamor de Ermua?
En bandeja le quedó a Pedro Sánchez, que de oratoria algo sabe y revirtió la tortilla como nadie. ¡Vaya cara de parvo se le quedó al arcángel Gabriel mientras el presidente le comparaba con Tejero! Y para más INRI, la noticia salió en casi todos los telediarios justo después de la del tiroteo de Uvalde. A eso se le llama medir mal y que te salga el tiro por la culata. ¡Qué bárbaro! ¡Qué bárbaro!
Aunque para barbaridad lo de Texas. ¡Cómo pueden unos policías armados agazaparse durante setenta y siete minutos mientras escuchan como niñas y niños indefensos gritan y son ejecutados por un criminal descerebrado! Y luego abaten a un negro desarmado en plena calle y lo acribillan a balazos. Hay cosas muy difíciles de entender. ¡Qué bárbaro! ¡Pobres de nosotros!