Recuperación y duros retos
PESE a mi reiterada confianza en una recuperación rápida de la economía a partir de 2021 tras la debacle económica y social que ha propiciado ya la crisis sanitaria, soy consciente del reto que ello supone para nuestros responsables políticos y para la ciudadanía en general. Además del compromiso social que traté de alentar con el artículo Consumamos como gallegos (ECG, 17/05/2020), también el Gobierno que salga de las urnas el 12 de julio deberá poner en marcha toda su maquinaria para lograr que Galicia afronte airosa esa “nueva normalidad” que tanto nos inquieta y desconcierta.
Decía el miércoles el expresidente de la Xunta Fernando González Laxe, que “el regreso a la normalidad va a ser difícil y con mucho empleo temporal”. Así se lo aseguraba a Santi Riveiro en una brillante entrevista para El Correo Gallego este miembro destacado del Foro Económico de Galicia. Quien también forma parte de la comisión de expertos creada por la Xunta para asesorar sobre la recuperación económica y minimizar el impacto de la crisis de la covid-19 en nuestra Comunidad, señalaba la hostelería, el comercio, el turismo, la automoción, ciertas industrias manufactureras, y las actividades recreativas y culturales, como “los sectores más vulnerables”. Opino que acierta el actual catedrático de economía aplicada de la Universidade da Coruña. Al menos así lo ha reflejado El Correo Gallego desde el inicio de la crisis sanitaria, como traté de mostrar ayer en un artículo que repasaba el compromiso de este diario con las debilidades y los retos que afronta Galicia (Crónica de la crisis en ECG, 30/05/2020).
Además, Galicia no vive aislada del resto del Estado. Recordemos que el 81% de nuestro mercado español se basa en exportaciones, las cuales se han reducido en un 98%. Las ventas del comercio minorista cayeron un 31,5% en abril. Nuestro desarrollo industrial sigue bajo mínimos, con un compromiso en inversión e innovación inferior al 20% del PIB que propone Bruselas. Y el sector automovilístico, naval y del metal ya vemos cómo se desploman. El Gobierno busca salvar la esfera turística y de playas (el 14,6% del PIB y 2,8 millones de empleos), con la apertura de fronteras a partir del 1 de julio para países en situación pandémica similar a la nuestra. Pero hasta Grecia, Portugal e Italia se nos han adelantado. El turístico constituye un sector esencial también para Galicia a nivel económico, social y hostelero. Representa aquí casi el 11% del PIB y el 12% del empleo. De ahí que urja la libre circulación entre provincias, y huelgue el control del aforo de playas para cumplir con los protocolos de seguridad y prevención, salvo en zonas muy concretas de nuestro singular litoral.
También en esto el Gobierno nos infantiliza. ¿Acaso no confía en nuestro sentido común y en nuestra responsabilidad para responder y actuar debidamente?