Firmas

Tiempo de valientes

    • 17 nov 2022 / 01:00
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    VIVIMOS en la sociedad de la prisa y de la velocidad. En la era del estrés. En un contexto social en el que lo interesante prima sobre lo importante. Y en ese metaverso de fugas, presiones y banalidades, alterar el foco es sumamente sencillo. Porque, cuando más que ser, lo que tienes es que parecer; cuando más que aceptarte, lo que tienes es que buscar aceptación; y cuando de tanto querer parecerte a otros ya no te reconoces a ti mismo, es fácil que la realidad que percibes no sea más que una mera distorsión. Y es precisamente ahí, en el mundo fake, dónde los prestidigitadores de focos juegan a las mil maravillas a teñir de luces las sombras. Y viceversa.

    Comprendí el mensaje el otro día, mientras veía Argentina 1985 y pensaba en todo lo que me contaba mi padre de ese gran país que, primero nos acogió, y que luego se fue a pique al grito de san Perón y santa Evita. ¡Qué fácil es elevar a alguien a los altares a cambio de cuatro pesos y qué difícil es levantar un país! ¡Qué fácil es destruir y cuánto cuesta construir o reconstruir!

    ¡Qué fácil es ser Putin en un mundo de Zelenskis reprimidos y de comunidades internacionales acalladas por el miedo! Pero viendo actuar a Darín, pensé: ¡Qué falto está este mundo de fiscales con la suficiente valentía cómo para dar a cada uno lo suyo desde el sentido común y la humildad!

    Y hablando de humildad, casi sin querer mi mente se fue a las doce lecciones de liderazgo que Jeffrey Krames extrae de la figura de Francisco. Habla de la importancia de liderar con humildad;
    de “pastorear con olor a oveja”; de juzgar desde el respeto y la empatía; de reinventarnos; de incluir y convertir la inclusión en priori-dad; de evitar la insularidad; de limitar las ideologías; de esmerar las decisiones; de enfrentar cada problema como si fuera el último; de vivir en la frontera; de plantar cara a las adversidades con valentía y de prestar atención a quien no piensa igual.

    Recordando a Krames, pensé: que necesitado está el mundo de Franciscos y qué sobrado de Videlas y Pútines. Por desgracia, ni siquiera Francisco puede luchar contra quienes quieren moverle el foco. Lo pensé mientras le escuchaba decir que “desde que hay mujeres en los altos cargos del Vaticano, las cosas han cambiado para mejor”. Un comentario que me llevó a pensar las reacciones y las repercusiones mientras no podía parar de pensar: Ole, ole y ole.

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