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Tormenta de otoño en Raxoi

    • 24 nov 2022 / 01:00
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    LA placidez con la que, al menos aparentemente, transcurría la vida política municipal dentro de las vetustas paredes del Pazo de Raxoi, en cuanto a gobierno se refiere, se vio alterada en los dos últimos días por amenaza de tormenta cuya intensidad es difícil de predecir. El tiempo dirá si se diluye en borrasca pasajera o alcanza niveles de intensidad tropical hasta convertirse en huracán con repercusiones en la cita electoral del 28 mayo.

    La dimisión de Javier Fernández en el equipo de gobierno y abandono del grupo socialista tras haberle retirado el alcalde el mando sobre centros socioculturales denota desajustes en el ejecutivo local y, lo que es más inquietante, de este con la ciudadanía. En la ciudad está germinando un cierto malestar a causa de la suma de numerosas deficiencias, seguramente de poca monta en el plano individual pero que sumadas pueden elevar la ola a tsunami.

    El éxito turístico y del fenómeno xacobeo en al capital gallega ocultan otras carencias, singularmente las que dependen en mayor medida o exclusivamente del ayuntamiento. Como botón de muestra, los autobuses urbanos. Pero hay más. La movilidad en general, el deterioro del casco antiguo, el cierre de comercios, el servicio de limpieza recientemente adjudicado o las deficiencias en la zona rural son algunos a reseñar.

    También obras polémicas, como Concheiros –ayer mismo se hacían trabajos de reparación– y el Hórreo, o la concesión de alguna licencia anulada por la justicia, son motivos que causan malestar creciente en la ciudadanía, y que es previsible que vayan en aumento. Los cambios en el importante departamento de Centros Socioculturales no es precisamente por su buen funcionamiento.

    El alcalde tiene el derecho, y sobre todo el deber, de hacer que el equipo funcione. Es su responsabilidad. Nada que objetar pues a ceses y nombramientos. Igual que también es decisión del afectado rechazar el cese y dimitir de sus cargos. Y no se le puede reprochar que continúe como miembro de la corporación. Fue elegido por los vecinos, a quienes debe su acta. Presionarle para que deje el puesto va contra la Constitución, tal como en su día, al comienzo de la democracia, sentenciaron los tribunales. Si Fernández opta por seguir siendo concejal lo hace con el mismo derecho que tiene el alcalde para retirarle competencias. Derivar el asunto hacia ese terreno es un error.

    De esta minicrisis, si no se prolonga, que el alcalde trata de cerrar distribuyendo las competencias del dimitido y reordenando otras, se desprenden lecturas de más amplio espectro. No sé si grande o pequeño, pero se vislumbra preocupación en el equipo de gobierno en el tramo final del mandato. Sus apoyos –BNG y Compostela Aberta– no serán tan sumisos como hasta ahora en el medio año que resta, so pena de perder oportunidades para mejorar resultados y ser imprescindibles en la próxima etapa. El papel de comparsas penaliza. El PP, a pesar del escaso conocimiento de su candidato Verea y sabiendo que solo gobernará si logra mayoría absoluta, es el principal beneficiado del desgaste del PSOE.

    La capital de Galicia necesita proyectos de envergadura, que ilusionen. Fiarlo todo al turismo no basta. La simpatía, conocimiento, afabilidad y cercanía de Bugallo ya no son suficientes. Son méritos ya evaluados, y por los que volvió al cargo años después de dejarlo. Ahora toca sorprender, salvo que agotada la imaginación se ponga en marcha un plan B: ¿Mercedes Rosón?

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