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Zanahoria y palos

    • 13 jul 2021 / 01:00
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    EL presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, concedió los indultos a los nueve encarcelados por ser dirigentes del procés independentistas que llevaron a la proclamación de la república catalana durante unos segundos. Esa decisión constituye el kilómetro cero de un nuevo escenario. Para unos, es el caminar del cangrejo hacia una reedición de episodios ya vividos con los que se da de nuevo alas a los independentistas para volver a intentar la secesión; para otros, la liebre ha echado a correr y tiene horizontes nuevos por delante para escapar de derrotistas e independentistas.

    La virtualidad de los indultos y sus consecuencias prácticas están por ver y, en efecto, tardarán muy poco tiempo en verse, porque hasta ahora todo son esperanzas para la solución de un problema, admoniciones, anuncios de desastres para la nación española, declaraciones inflamadas de independentistas irredentos... Para el Gobierno se trata de una decisión justificada en la necesidad de cerrar heridas en el seno de la sociedad catalana y entre Cataluña y España.

    Esa es la zanahoria, aprovechar el momento, como ha explicado Pedro Sánchez con las razones a favor de los indultos con los que esperan “sumar a a cientos de miles de personas a la convivencia”, sacando a nueve de la cárcel.

    A lo largo de semanas, cuando los indultos comenzaron a verse como una posibilidad, el Gobierno lanzó proclamas, unas más acertada que otras, a favor del reencuentro y de la convivencia que han sido respondidas desde el mundo independentista con señales contradictorias incluso emitidas por el mismo dirigente, léase Oriol Junqueras, además de con el rechazo absoluto que ha salido de la oposición.

    Ahora bien, en su discurso ante la sociedad civil catalana, que por supuesto incluía independentista que no quieren escuchar razones, Pedro Sánchez también ha dejado una advertencia llena de comprensión, pero advertencia, al fin y al cabo: “No esperamos que los que defienden la independencia abandonen sus ideales, pero sí que no hay caminos fuera de la ley”.

    El jefe del Ejecutivo venía a decir de forma más edulcorada lo que un día antes declaraba el por entonces ministro de Transportes y número tres del PSOE, José Luis Ábalos, cuando afirmó que “si lo vuelven a hacer, el Estado de Derecho ha demostrado fortaleza para no permitirlo una vez y por supuesto para no permitirlo la segunda”.

    Es el palo que está siempre a disposición del Gobierno, desde el control de las cuentas de la Generalitat como ya ocurrió y se mantuvo en el tiempo, hasta una nueva aplicación del artículo 155 para intervenir la autonomía catalana. El Ejecutivo ha tardado mucho tiempo en recordar esa posibilidad frente a declaraciones impertinentes del líder de ERC que demuestra que es escasamente fiable. Del mismo modo quienes avisan de que se está realizando un trabajo soterrado relacionado con un hipotético cambio de régimen como ha hecho Pablo Casado, no debieran dudar de la fortaleza del Estado de derecho que puede impedir cualquier aventura secesionista.

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