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Zapatero, gran viajero

  • 26 oct 2021 / 01:00
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TODOS hemos oído hablar alguna vez de la erótica del poder e incluso de las también eróticas urnas. Y todos sabemos por qué. También se repite con frecuencia que el poder desgasta. Por ejemplo, ve usted –lector amigo– a un presidente del Gobierno después de dos o tres años en el cargo y parece que le han pasado veinte por encima. Así, Felipe González puede pasar ahora por modelo de cabello plateado. ¡Ay las canas, las nieves de antaño! Ocurre, sin embargo que, pese a todo, en el poder, el que prueba repite, y lo hace (o por lo menos lo intenta) tanto en dictadura como en democracia. El caso es atarse bien al sillón.

Clarísimo ejemplo de tan enconada persistencia ha resultado el avispado leonés Sr. Zapatero que, rechazando lo que el dicho popular recomienda, “a tus zapatos”, se nos ha agarrado –tenaz, persistente– al momio del poder. Y ello, pese a haber dejado en poco tiempo su país como unos zorros; en los puros huesos monetarios, aunque cosa bien distinta debe pensar él, tan risueño y locuaz. ¡Cuántas veces habrá pensado en lo ingratos que hemos sido con él. La economía no fue su fuerte, pero a un abogado, por ilustre que sea, no le pidamos gollerías monetarias.

No quisiera pecar de cicatero si les digo que para mí, el mayor timbre de gloria (aparte de fundar la Orden de la Ceja) ha sido no despegar sus posaderas del asiento al paso de la bandera USA en un desfile por La Castellana. ¡Qué gallardo su desafío! ¡Qué gesto de torero altivo!

Obama se le rindió y luego lo invitó a una fiestecilla privada, con lo que él se creció. Yo creo que José Luis Rodríguez (que no es el Puma precisamente) ante tal éxito diplomático, que luego nos salió por el ojo de una cara, decidió, visto el panorama, no solo seguir en activo, sino ampliar a Venezuela su radio de acción.

Al fin y al cabo, tenía a la aristocracia podemita haciendo labor de zapa y embolsándose una pasta gansa, con el avispado Don Pablo y sus moños serranos marcando tendencia y doctrina en la televisión.

Y aquí y ahora tenemos, imparable, al leonés, moviéndose entre los feraces llanos venezolanos, entre Caracas y el Orinoco, entre petróleos y cordilleras, entre Maduro y sus agentes y la bellísima isla Santa Margarita, tan del gusto veraniego de socialistas y de otros que no lo son.

Zapatero, incansable como intermediario y conseguidor, como consejero y asesor; Zapatero, gran viajero (cerca de 40 periplos transoceánicos en brevísimo tiempo), está metido de hoz y coz en los negocios petrolíferos y mineros, en subvenciones aeronáuticas, en maletas con destino Barajas; como muñidor de elecciones y, sobre todo, en funciones de opositor a cualquier imperialismo, en especial al amenazante norteamericano.

Habilísimo gestor, conecta los espacios hispano-venezolanos y aun otros de tanto prestigio y poder como Bolivia, Perú, etc. A la vista de estos datos (solo un humilde ramillete de ellos entre muchos otros posibles) que generosamente pongo a su disposición, creo yo que estamos, dígase lo que se quiera, ante una segunda conquista y colonización de las Américas. No ya por Colón, Pizarro, Cabeza de Vaca, Cortés o Álvarez Solís. Es ahora Zapatero I de León y II de Venezuela.

¡Coño!, así cualquiera.

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