La campaña madrileña se polariza aún más tras los disturbios de Vallecas

La precampaña de las elecciones madrileñas del 4 de mayo siguió ayer marcada por la polémica en torno al mitin organizado el miércoles por Vox en Vallecas, que desencadenó unos disturbios que se saldaron con cuatro detenidos y 35 personas heridas, 21 de ellas policías nacionales.

Así, Vox celebró ayer un nuevo acto en otro distrito tradicionalmente obrero de la capital, Vicálvaro, en este caso sin incidentes, si bien tanto el líder del partido, Santiago Abascal, como su candidata madrileña, Rocío Monasterio, aprovecharon para insistir en culpar de los altercados del día anterior al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Los sucesos de la tarde del miércoles siguen despertando reacciones por parte de todos los partidos políticos, unos solidarizados con Vox, otros rechazando genéricamente la violencia y otros inculpando directamente a la formación de Abascal.

Abascal, que nada más empezar el mitin de Vallecas se encaró con los grupos antifascistas que había entre los manifestantes, desatándose las cargas policiales justo después, exigió a Marlaska que “dé cuenta ante un juez” por enviar a la Policía Nacional “maniatada” e impedir así “que cientos de personas pudieran escuchar un acto político tranquilamente, pacíficamente”.

Fuentes del Ministerio aseguraron a Efe que el dispositivo policial diseñado para garantizar la seguridad del mitin fue el “acorde” y que el número de efectivos desplegado en la plaza de la Constitución, conocida como Plaza Roja, fue el adecuado a estas circunstancias “complejas”.

Desde el sindicato policial JUPOL no comparten que el dispositivo diseñado fuera el adecuado. En un comunicado, critican la falta de previsión y dotación de medios ante una “concentración que se preveía extremadamente violenta” y que, en su opinión, contó con un 40 % menos de funcionarios de los necesarios.

La cita del miércoles en Vallecas congregó a alrededor de 500 manifestantes contrarios a la misma y unos 350 asistentes al mitin de Vox.

Entre reacciones por parte de todos los partidos políticos se encuentra la del PP, cuyo presidente, Pablo Casado, reiteró su condena ante esos altercados violentos, y subrayó: “Cualquier piedra arrojada sobre un demócrata la sufrimos los demás”.

El líder de la oposición mostró su preocupación por que “haya partidos que forman parte del Gobierno de España que justifiquen y alienten estos ataques inaceptables en cualquier Estado democrático”, en alusión a Podemos.

En la misma línea, el alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, condenó los disturbios “por parte de la izquierda” y pidió a Pedro Sánchez que dé “un puñetazo encima de la mesa” para acabar con el Gobierno de coalición con Podemos por “amparar” estos actos violentos.

Asimismo, hubo reproches a la izquierda desde Ciudadanos, cuyo candidato a las elecciones, Edmundo Bal, lamentó que Iglesias disculpara “la violencia, porque se ejercitaba contra una opción política distinta de la suya”.

Desde el PSOE, su candidato a las próximas elecciones de Madrid, Ángel Gabilondo, pidió frenar la “espiral de violencia” en la campaña y advirtió de que “el extremismo llama al extremismo” y que “la primera responsabilidad es la de los políticos que se presentan a las elecciones”.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, agregó que “ningún tipo de violencia tiene cabida”, pues “aspiramos a una sociedad tolerante, en convivencia y en la que cada uno pueda tener sus ideas respetando a los demás”.

Más crítico contra Vox fue Más Madrid, cuya candidata, Mónica García, señaló que, ante “sus malos datos en las encuestas”, el partido “negacionista de la intolerancia”, Vox, “ha estado pidiendo casito” y por eso acudió a Vallecas a hacer “turismo de provocación”, informa efe.

También el candidato de Podemos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, fue rotundo en su critica a Vox y defendió que en ningún otro país europeo se “blanquearía” a Vox como a su juicio se hizo con los disturbios de Vallecas, donde se ha presentado a los “ultras” como buenos y “a los vecinos que rechazan el fascismo” como malos.