Más noticias

Monstruos gallegos que mataron a los hijos para vengarse de sus exparejas

Nuestra comunidad no es ajena a sucesos como el ocurrido en Tenerife // En lo que va de siglo se vivieron sucesos espeluznantes rotagonizados por hombres que actuaron con violencia extrema // Querían hacer el mayor daño posible a las madres

  • 12 jun 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego

“No vas a volver a ver a las niñas jamás. Ni a ellas ni a mí”, fue uno de los amenazantes mensajes que el canario Tomás Gimeno envió a su exmujer justo cuando debía entregarle a las hijas que tenían en común, Anna, de 6 años, y Olivia, un bebé de solo uno. El hombre desapareció y se llevó con él a las pequeñas. Un caso de manual. Venganza contra la madre a través de lo que más quiere: sus hijas. Es la forma de proceder de demasiados padres cuando se produce la ruptura entre una pareja.

Tenerife, toda España, estuvo en vilo desde el 27 de abril, más de cuarenta días, con la esperanza de que se produjera un milagro pero al final, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, se hicieron realidad los peores temores de los investigadores y de los expertos. “No existe un crimen de comprensión más compleja que aquel en el cual los padres asesinan a su propio hijo”, decía el forense estadounidense, Phillip Resnick, autor del estudio más completo sobre el filicidio en el mundo en el que señala que son los hombres quienes emplean una mayor agresividad a la hora de acabar con la vida de los pequeños, síntoma de que los deseos de venganza, de ajustar cuentas, de ensañarse con las madres, están mucho más arraigados en su interior.

Galicia no es ajena a esta lacra y en nuestra comunidad se vivieron, en lo que llevamos de siglo, algunos de los episodios más horripilantes que se recuerdan, por más que sea el caso de José Bretón, que mató a sus dos hijos y luego quemó sus cadáveres cuando tenía que entregarlos a su madre, salga a la luz cada vez que ocurre un suceso de naturaleza similar.

La extrema frialdad con la que se cometen estos actos es una característica general, como lo es también en el caso de los gallegos que ninguno de ellos optara por el suicidio, como parece que fue el caso de David Gimeno.

Quizás no haya filicidia más sádico que David Oubel Renedo quién decidió castigar a su expareja decapitando a sus dos hijas con una sierra radial en su casa de Moraña. Fue el colmo de la maldad aunque no le quedaron atrás individuos como José Luis Deus Lage, que quemó vivo dentro de un coche a su pequeño de 14 meses en Paderne, o Marcos Javier Miras, que lo hizo lo propio con su vástago de 11 años en un monte de Oza de los Ríos golpeándolo con una pala hasta que no le quedaba ni un soplo de vida “para causar el mayor sufrimiento psíquico a su exmujer” o Javier Estrada que la emprendió a golpes con los dos hijos gemelos de su compañera sentimental. A los dos primeros, Oubel y Miras, se les aplicó la pena permanente revisable, de la que selibraron los otros dos por no estar en vigor cuando fueron juzgados. Un común denominador de los cuatro fue la extrema frialdad con la que se comportaron durante las vistas judiciales, sin demostrar signo alguno de dolor

Por contra el primero de los acaecidos en Galicia desde el cambio de milenio fue más un accidente ue un hecho violento aunque el resultado final era el mismo: llevarse a las niñas para castigar a su madre: Víctor Bouza no las mató pero su acción les provocó la muerte.

Y el último es el de la única mujer, Ana Sandamil, que está a la espera de ser juzgada por la muerte de su hija. Son ejemplos, junto a otros, de la mayor crueldad que puede concebir el ser humano por venganza: acabar con la vida de niños .

David Oubel: el mayor de los sadismos imaginables

Ocurrió el 31 de julio de 2015 en Moaña justo el día que acababan las fiestas patronales y posiblemente sea uno de los sucesos más escabrosos que se recuerdan en Galicia. David Oubel Renedo llevaba tiempo planificando vengarse de la madre de sus dos hijas pequeñas, Candela y Amaia, de 9 y 4 años de edad, a pesar de que había sido él quien rompiera el matrimonio para iniciar una relación homosexual.

Esa jornada David tenía que devolver a las niñas a su madre tras pasar juntos el periodo de vacaciones que le correspondían. No lo hizo. Se encerró en su casa, bloqueó los accesos, puso la música a todo volumen para que nadie pudiera oír los gritos, atiborró a las pequeñas de calmantes y las decapitó con una sierra radial que había comprado unos días antes.

Candela, la mayor, intentó defenderse pero nada pudo hacer. El sádico asesino tenía todo previsto y había enviado una carta a una prima, que debía entregarse en el momento que él cometía la matanza, contando lo que iba a pasar. Una vez consumado el terrible doble crimen se metió en la bañera para realizar un simulacro de intento de suicidio.

Fue el primer gallego al que se le aplicó la condena permanente revisable y ni en el juicio ni posteriormente en prisión dio muestra del más mínimo arrepentimiento. Hiela la sangre verle, comentó un compañero de prisión. Un sádico.

Marcos Mirás: provocar un daño supremo a su ex mujer

Era el 5 de mayo de 2017 cuando Marcos Javier Mirás acudió a un punto de encuentro familiar en A Coruña para recoger a su hijo de 11 años donde lo había dejado su exmujer, que siempre se temió lo peor pero a la que no le quedaba otra que cumplir con la orden judicial, para pasar el fin de semana con él. Dos días despúes, el domingo día de la Madre, tenía que entregarlo en el mismo lugar. Pero no acudió y en lugar de eso se dirigió con el niño a un lugar boscoso y apartado de Oza-Cesuras (A Coruña), de donde era originario, y en una pista forestal alejada de las casas bajó con el niño y le asestó con una pala varios golpes en la cabeza hasta matarle. Le golpeó cobardemente con la espalda. Tras comprobar que estaba muerto trató de ocultar el cadáver, arrastrándolo hacia un lugar aún más apartado donde empezó a excavar un hoyo, pero finalmente desistió y lo dejó a la intemperie para dirigirse a un hotel, donde fue detenido la mañana siguiente. Que eligiera el día de la Madre demuestra que su intención era hacer el mayor daño posible a su exmujer. Condenado también a pena permanente revisable tras un juicio en el que se mostró frío.

Deus Lage: el infierno de un niño envuelto en llamas

En la ratificación de condena por parte del TSXG se hace constar que “la alevosía aparece a borbotones” en la forma de actuar de José Luis Deus Lage, el coruñés que a las 11 de lamañana del 2 de octubre de 2010, de acuerdo con el convenio pactado con la madre, acudía a recoger a su hijo de 14 meses para pasar unas horas con él.

Tras llevarse al pequeño lo subió a su automóvil en cuyo maletero llevaba una bombona de gas que había adquirido el día anterior. Se dirigió con el coche a un lugar apartado y sin viviendas cercanas, en la localidad de Paderne. Desde allí llamó a su exmujer para decirle que iba a acabar con la vida del inocente. Se bajó del automóvil y, con el niño atado en su silla en el asiento trasero, abrió la llave de la bombona y prendió fuego a la espita de gas, por lo que comenzó a arder el vehículo, lo que provocó la horrible muerte del menor. Cuando la patrulla de la Guardia Civil, alertada por la madre, llegó al lugar se encontró al hombre, que se dirigió a los agentes diciendo: “acabo de matar a mi hijo, pegadme un tiro”. En la sentencia se señala que “al niño se le hizo pasar, sin metáfora, por un verdadero infierno al verse envuelto en llamas”. Condenado a 23 años de cárcel.

Javier Estrada: se desquitó con los hijos de su novia

Javier Estrada tenía una relación complicada con su novia María del Mar Longueira ya que no aceptaba a sus dos hijos gemelos. La noche del 20 al 21 de agosto de 2011 se produjo una discusión entre la pareja tras lo que Javier, según reconoció en el juicio, quedó “molesto y enfadado”. El día 21 la mujer se fue a trabajar y el hombre se quedó al cuidado de los hijos de su novia que contaban con 10 años de edad. Hacia el mediodía, inició una discusión con ellos tras la cual los golpeó, primero con dos estantes de madera de un armario, que se rompieron durante la agresión, y luego con la parte metálica de un sillín de bicicleta, “con la conciencia y la voluntad de acabar con la vida de los dos niños”. Durante la hora siguiente, el procesado comenzó a limpiar los restos de sangre, se duchó y preparó sus objetos personales con la intención de huir, pero no lo hizo. Fue él mismo quien llamó a la Policía para dar cuenta del crimen. Finalmente lo condenaron a 36 años de presidio y en la sentencia los jueces señalan que Javier Estrada tiene “capacidad intelectual límite” y “presenta un trastorno de personalidad de tipo evitativo, con rasgos esquizoides, depresivos, límite y paranoide”, aunque “ninguna de las dos circunstancias de impide comprender la ilicitud” de los actos.

Ana Sandamil: una madre obsesionada que acabó con su hija

El último caso ocurrido tiene a una madre como protagonista. El 3 de mayo de 2019 el cuerpo sin vida de Desirée, una niña de 7 años, aparecía asfixiada en su cama. Vivía con su madre, Ana Sandamil Novo en Muimenta-Lugo, desde que un año antes sus padres se habían separado de una forma poco amistosa, precisamente el día en que ocurrieron los hechos el padre de la menor iba a buscarla para pasar unas jornadas juntos.

Para los agentes de la Guardia Civil que acudieron al lugar solo hubo una línea de investigación y una sospechosa: la mujer que le dio la vida se la había quitado por alguna extraña razón. Fue la abuela quien dio la voz de alerta y al llegar los médicos del 061 el cuerpo de la pequeña aún estaba caliente pero no había nada que hacer. Desirée presentaba heridas en la boca y en el cuello que apuntan a que fue asfixiada, aunque también se localizaron restos de pastillas machacadas que la madre pudo haber suministrado a la niña aunque se descartó que esa fuera la causa de la muerte.

Nadie se explica lo que pudo ocurrir aunque sí se sabe que desde la separación Ana ponía todas las trabas posibles para que la niña no pudiera reunirse con su padre, con el que tenía una muy buena relación. El juicio con jurado popular se celebrará en noviembre.

Víctor Bouza: una huida desesperada que le costó la vida a dos niñas pequeñas

Fue un caso distinto ya que él no las quiso matar pero las hijas acabaron muertas. Era el 21 de noviembre de 2001 cuando Víctor Bouza, un joven de Vigo con una vida más que complicada, apareció por la casa de sus suegros donde vivía su ex mujer, María Ángeles, que lo había abandonado harta de las palizas que le propinaba, y las dos hijas de la pareja, de 3 y 2 años de edad. Precisamente era el cumpleaños de la pequeña. La abuela abrió la puerta y él llorando le suplicó que le dejara hablar con su mujer y ver a las niñas. Parecía tan abatido como arrepentido pero su exsuegra no parecía estar demasiado convencida.

Apareció Mari Ángeles y se apiadó. Hablaron y le permitió ver a las pequeñas, cantarle cumpleaños feliz y pasar un rato con ellas. En medio de la euforia el padre propuso continuar el cumpleaños en un parque de juegos infantiles. Nunca llegaron allí aunque nada hacía presagiar que todo iba a torcerse con las hijas de la pareja como involuntarias y desgraciadas protagonistas.

Víctor Bouza en su destartalado Seat Panda se dirigió, en primer lugar, hacia un monte con la madre y las pequeñas. Ella trataba de hacerle entrar en razón pero él n o atendía ninguna de sus razones. De una lado para otro hasta que a las tres de la madrugada obligó a Mari Ángeles a bajarse del coche en San Miguel de Oia. Tuvo que golpearla y arrastrarla pero al final consiguió su objetivo: llevarse a sus dos hijas con rumbo desconocido. La mujer llamó a su familia y a la policía para iniciar una búsqueda desesperada.

Fueron tres larguísimos días de constantes cambios en los que Víctor Bouza llamaba con frecuencia a su exmujer para amenazarla y citarla en lugares distintos para entregarle a las niñas pero nunca aparecía. Pasadas esas 72 horas en una última llamada les dijo que tanto él como sus hijas estaban mal, que no tenía dinero y que apenas habían comido y que se había quedado sin gasolina. Les dijo donde se encontraba en Portugal.

Fueron los abuelos y unos tíos los que lo localizaron en un cruce de carreteras. Era invierno y hacía frío, mucho frío, el Panda estaba en un estado deplorable, las niñas no habían comido y el deficiente estado del sistema de calefacción del automóvil hizo el resto. La pequeña de dos años recién cumplidos estaba muerta y la mayor en estado muy grave. Fue trasladada al hospital de Vigo donde falleció tres jornadas después. Un cóctel mortal de inanición, frío y los gases tóxicos del coche fue el detonante. Víctor Bouza fue acusado de secuestro y homicidio involuntario.

Tema marcado como favorito