Primer Plano

¿Cómo vivieron los gallegos el fin del estado de alarma lejos de su tierra?

Mientras Ibiza y Valencia todavía mantuvieron el toque de queda y limitaron la actividad de los más jóvenes, Madrid y Salamanca dieron rienda suelta a la dispersión, con fiestas y botellones

  • 16 may 2021 / 00:01
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El fin del estado de alarma era algo que toda la población esperaba con ansias, pero, especialmente, los más jóvenes, a los que se ha robado un año de su vida de ocio y socialización. Esto es algo innegable de lo que toda la población es consciente y se solidariza con ellos, pero eso no les da derecho a, una vez que les abren la mano para que puedan disfrutar de mayor tiempo de entretenimiento y de más actividades durante más horas, se cojan el brazo y generen situaciones como las vividas el pasado fin de semana en muchas ciudades de España, con las que ponen en riesgo la salud pública de todos.

Ahora bien, no se puede generalizar y, las escenas de jóvenes de fiesta y botellón no fueron iguales en todas las ciudades españolas, también porque en muchas de ellas el final del estado de alarma no significó la caída del toque de queda ni la apertura de la hostelería hasta la madrugada. Veamos las diferencias en algunas de ellas.

“Seguimos muy controlados, por lo que solo hubo fiestas en villas privadas”

Ibiza. “Aquí el fin del estado de alarma se ha acogido con alegría, como en todos lados, y con altas expectativas, pero la realidad es que apenas he notado diferencia con respecto a la situación anterior, porque las medidas continúan siendo bastante restrictivas”, explica Sergio Sande, un gallego que se dedica a la hostelería en Ibiza.

Lo único que cambió como tal en la isla, donde se mantiene todavía el toque de queda pese a tener la incidencia más baja de España, es “la apertura de la hostelería para el servicio de cenas”, ya que “amplía el abanico de opciones de ocio y anima un aburrido ambiente al que parece que nos hemos acostumbrado”.

Además, como el toque de queda sigue vigente, las escenas de fiestas y botellones en las calles no se han producido o, al menos, Sergio no tiene constancia de ello, “más allá de casos puntuales en villas privadas, que ya se daban antes”, porque es más fácil escapar en ellas del control policial. “La gente continúa comportándose bien y, además, seguimos muy controlados, puede que incluso más que antes porque la temporada de verano está empezando y nos jugamos todos mucho como para permitir que salga mal”, advierte el joven, que recuerda que “Ibiza es sinónimo de turismo y sin él no somos nada”.

El levantamiento de los cierres perimetrales ha hecho que “empiece a llegar gente, no solo turistas, sino también temporeros que se reincorporan a sus puestos de trabajo y, por tanto, vuelven a vivir a la isla”. Con todo, el turismo como tal aún no ha comenzado y Sergio cree que “este es el mejor momento para visitar la zona”, porque “el turismo siempre contamina un poco y en estos momentos las aguas están más azules que nunca y se respira tranquilidad”.

Personalmente, cree que “es muy difícil juzgar si es pronto para el levantamiento del estado de alarma”, pero ve que “es el momento correcto siempre que no nos descuidemos, yendo poco a poco, sin prisa y sin pausa”.

Otra de las grandes incógnitas que siguen presentes en el ambiente en la isla balear, famosa por sus fiestas, es cuándo podrán reabrir las discotecas. Sin embargo, Sergio puntualiza que, “en Ibiza, el ocio nocturno es también diurno, es otro concepto diferente a la Península, con fiesta 24 horas al aire libre”. Nos informa de que esta temporada alguna discoteca OpenAir como Ushuaïa podría llegar a abrir a modo piloto.

En cuanto a los hoteles, el Palladium Hotel Group, la cadena más potente de la isla y en la que trabaja, abrió el 30 de abril el Grand Palladium Palace Ibiza y esta semana también el Agroturismo de Sa Talaia.

“Fuimos meros espectadores de lo que sucedió en otras comunidades”

Tenerife. “En Canarias, y en Tenerife en particular, la forma de operar del Gobierno fue más ser espectador de otras comunidades”, ya que “intentaron mantener las restricciones en un primer momento”, explica Hugo García, trabajador en las islas. Una vez que vieron lo que hacían los demás gobiernos autonómicos, “se desestimó mantener el toque de queda, aunque otras medidas, como el tener que presentar test negativo en los hoteles para acceder se han mantenido”.

Debido a la incertidumbre, “todo se acogió de forma bastante tranquila”. “Sí que se notó la diferencia cuando todo empezó a aclararse y la gente pudo aprovechar a estar en la calle hasta altas horas, pero nada de escenas escandalosas como las de otras capitales de provincia”, dice.

Una de las particularidades de la isla es el hecho de que en la restauración, “no es obligatorio el uso de la mascarilla desde el mismo momento en que te sientas, pero, aún así, se ve que hay personas que se la sigue poniendo y mantienen su uso”. Pero, como es obvio, “la mayoría de las personas prefieren estar sin ella y disfrutar plenamente de la compañía de sus amistades”.

Por lo que respecta al turismo, el sector en el que trabaja Hugo, el joven asegura que “debido al tipo de turismo que recibe Canarias, todavía no hemos notado el impacto esperado” pese a la apertura del cierre perimetral. “Pero sí es cierto que se está empezando a mover el booking” de reservas para los próximos meses, siendo septiembre un mes que está levantando muchas expectativas entre el sector”, desvela.

Personalmente, sobre el final del estado de alarma, Hugo cree que “este año ha quedado claro que la mayoría de la ciudadanía no conoce las leyes y hemos usado términos que nunca habíamos escuchado de una manera excesivamente vulgar”. “Con esto quiero decir que aún no me queda del todo claro si esto era un estado de alarma o de otro nivel propiamente hablando, debido a la manera en que se ha legislado en general”, se plantea. Y, considera que, “sin duda, la forma en la que se ha actuado ha sido, en general, demasiado severa, y deberían haberse marcado unas pautas mucho más flexibles en busca de un punto medio para poder mantener ciertas actividades económicas en activo”. En conclusión, “no creo que sea pronto para levantar el estado de alarma, creo, de hecho, que es bastante tarde”.

Además, cree que en caso de que se mantengan las pautas actuales, “en breve se podrá abrir el ocio nocturno hasta las 02.00 horas, lo que puede ayudar a ciertos locales a que se replanteen la opción de abrir, mientras otros creen que no compensa”.

“Hubo botellones en la Plaza Mayor y gente que lo vivió como un día más”

Salamanca. “Aquí se dieron todo tipo de acogidas al final del estado de alarma: hubo personas que quisieron salir a la calle después de la hora que antes era el toque de queda, otras se fueron a hacer botellones o fiestas para celebrarlo y algunas se reunieron con amigos”, relata Sandra Carrera, estudiante en la ciudad universitaria por excelencia de Salamanca. En su caso, “lo viví como un día más, normal y corriente”.

En Castilla y León se eliminó tras el 9 de mayo el toque de queda a las 22.00 horas, el cierre perimetral de la comunidad, la limitación a cuatro personas de las reuniones familiares y sociales en lugares públicos y privados y se incrementó el aforo en los lugares de culto. Además, el horario de la hostelería se aumentó hasta las 00.00 horas.

La joven ha visto en redes sociales de amigos y en las noticias locales que “sí que hubo botellones, ya que se juntó mucha gente en la Plaza Mayor y en algunas otras zonas de la ciudad”.

Ahora mismo, lo que la joven observa cuando sale a la calle es que en los bares “hay un poco de todo”, desde gente que se quita la mascarilla hasta otra que la baja solo para beber, “pero, en general, suele respetarse bastante”.

En estos espacios recreativos el ambiente se ha relajado y por ello ahora ya se plantea la reapertura de los establecimientos de ocio nocturno. “Probablemente se dé pronto”, prevé Sandra, que asegura que “ya hay pubs y discotecas que están abriendo por las tardes para ofrecer una experiencia parecida a la noche, con la diferencia de que la gente tiene que estar sentada en mesas y en grupos reducidos, en vez de bailando en la pista”. Algo es algo.

Desde su punto de vista, “aunque todos teníamos ganas de que llegase el levantamiento del estado de alarma, habría estado mejor si todos fuésemos responsables y siguiésemos cumpliendo las normas”. Sin embargo, “viendo como se está comportando la gente está claro que no estábamos preparados para esa ‘libertad’ que tanto pedíamos”, considera, y valora que “la gente confunde el fin del estado de alarma con el fin de la pandemia, y nada más lejos de la realidad”. “Por mucho que se haya levantado el estado de alarma, el virus sigue ahí y hay que seguir manteniendo las normas si queremos acabar con él y de verdad tener la libertad que queremos”.

“Las restricciones hacen que la gente tenga más ganas de incumplirlas”

Valencia. “Todo continuó normal después del domingo 9 de mayo, puesto que seguimos con toque de queda y muchas restricciones”, cuenta Paula Moreno, estudiante en la Universidad de Valencia. En concreto, “se relajaron mínimamente las medidas anteriores: el toque de queda se amplió hasta las 00.00 horas y la hostelería cierra a las 23.30”. Además, “ya se permite juntar hasta a diez personas por mesa y se abre el cierre perimetral de la comunidad”, indica.

Principalmente por el justo horario de la hostelería y la limitación de la movilidad nocturna a partir de las doce de la madrugada, “no hubo muchas fiestas, más bien fueron pocas, ya que a las doce había que estar en casa”. Con todo, Paula sí apunta que “hubo algunos rezagados que quisieron ampliar un poco más (los horarios), pero sin mucho éxito”.

Asimismo, explica que, actualmente, en los bares y restaurantes de la ciudad, pese a seguir vigente la obligatoriedad de usar mascarilla en todo momento y quitársela solo para comer y beber, “al estar las mesas bien separadas, se ve a gente que no suele usar las mascarillas, pero al menos sí se levantan para fumar y se cumple el aforo”.

Este fin de semana, tras el levantamiento del cierre perimetral, “se prevé mucha llegada de gente, que, con el buen tiempo, quiere aprovechar la playa”. “Esperemos que esto no suponga un retroceso en todo lo que hemos conseguido”, reflexiona.

Paula sigue creyendo que debe “apelarse a la responsabilidad colectiva”. “Ya no es cuestión de restricciones, sino de sentido común y cumplir, por lo menos, el distanciamiento... Las restricciones, la verdad, es que hacen que la gente tenga más ganas de incumplirlas”, considera.

En cuanto al ocio nocturno, la estudiante apunta que esto no se retomó tras el fin del estado de alarma, sino incluso antes: “Desde hace un par de semanas hay conciertos vespertinos, pero, el ocio nocturno como lo entendemos en Valencia, creo que tardará en llegar”, es decir, las discotecas abiertas hasta las tantas de la madrugada son escenas difíciles de volver a conseguir este año. “Y es una lástima, puesto que aquí el ocio nocturno es un sector muy extenso y donde trabaja mucha gente... Esperemos que con la apertura de las terrazas, algo podamos tener al estar en exterior”, pide.

“Hubo gente que acogió con miedo la apertura y luego pudo confirmar sus malas expectativas”

Madrid. “El final del estado de alarma se acogió con mucha alegría y con muchas ganas, en el sentido de que la gente tenía ganas de salir y de festejar en la calle”, asegura Pablo González, residente en el centro de la Comunidad de Madrid. Pese a las escenas de botellones y gente en la calle, “principalmente, en las avenidas principales de la ciudad”, que tanto se han visto en los medios de comunicación a lo largo de esta semana, el joven incide en que también hubo mucha gente que “se acogió con miedo a las posibles consecuencias que tendría la apertura definitiva”. Es decir, era predecible lo que luego sucedió durante la noche y, “efectivamente, las malas expectativas se cumplieron viendo esas imágenes de gente desfasada en las calles”.

Y es que a partir del 9 de mayo, en Madrid se eliminó el toque de queda, los restaurantes y bares pudieron ampliar sus horarios hasta las 23.00 horas y se eliminó el cierre perimetral, “tanto el comarcal como el que antes imperaba por barrios en función del nivel de contagios de cada uno de ellos”.

La mayor efusividad fue la que se dio en las calles, con los botellones y juntanzas multitudinarias, ya que pese a que también se relajaron medidas en la hostelería, “dependiendo de la zona de la ciudad en la que te encuentres, es raro ver sentado a alguien con una cerveza”, porque la alta incidencia que algunos barrios tuvieron durante semanas mantiene a la gente con una alta precaución. Además, en caso de hacerlo, “siempre respetan el uso de la mascarilla a no ser que sea para beber o comer”, incluso en exteriores. Este joven gallego considera que lo que sucedió con Madrid fue que saltaron a la prensa unas imágenes que luego se convirtieron en virales y se terminó generalizando que eso sucedía en toda la comunidad, cuando nada más lejos de la realidad.

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