Primer Plano
FLECHAZO. El rey emérito regateó por primera vez en las Rías Baixas en 2000, a donde llegó de la mano del armador José Cusí y Pedro Campos. TEXTO Nara S. Rey

Dos décadas de amor por Sanxenxo

  • 05 ago 2020 / 01:00
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Seguramente para los que han podido tratar al rey emérito durante los últimos años, no ha resultado extraña la elección de Sanxenxo para pasar sus últimas horas en España. Y es que el monarca siempre ha puesto de manifiesto su querencia por esta localidad costera pontevedresa, donde regateó por primera vez en el año 2000 con el equipo del Telefónica. Una visita repleta de anécdotas como la realización de una mesa de madera a cargo de un carpintero de Portonovo, hecha exprofeso para servir una comida en Casa Checho, en Ons, en aquella ocasión.

Un flechazo con este rincón de Galicia, al que llegó de la mano de buenos amigos del ámbito de la vela como José Cusí y Pedro Campos, y del que dejó constancia en numerosas ocasiones durante las dos últimas décadas, mostrándose siempre relajado, feliz y muy cordial con todos los que se acercaban a saludarlo.

Atrás queda la visita con el Fortuna del 2001 para participar en la regata Audi, una prueba fallida ya que finalmente no pudo participar por la caída de las Torres Gemelas. Pero volvió, una y otra vez, para navegar con amigos, competir y compartir con ellos numerosas veladas en encuentros gastronómicos preparados por algunos de los cocineros más conocidos de la zona, desde Manicha Bermúdez, alma mater del restaurante Rotilio, que le preparó la comida en numerosas ocasiones; Paco Luna en el Club Náutico de La Toja, o Javier Olleros, de Culler de Pau, durante su última participación en la Regata das Illas Atlánticas, en 2016, que lo llevó a navegar desde San Vicente do Mar en el precioso velero Gallant del armador José Cusí, embarcación con la que por cierto ganaría un mes después en Sanxenxo la regata que lleva su nombre, la Rey Juan Carlos I El Corte Inglés Máster.

Si en los primeros años, el emérito solía alojarse en la Casa Rural do Sear, hace ya tiempo que prefiere para sus estancias en las Rías Baixas la casa de Pedro Campos, alejada de miradas indiscretas, y donde siempre ha estado rodeado de amigos que han sabido mantener la discreción y ser un refugio para el monarca en numerosas ocasiones, como esta última antes de dejar España.

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