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Cándido Conde-Pumpido

Confucio: “El mal no está en tener faltas, sino en no tratar de enmendarlas”

Magistrado gallego del Tribunal Constitucional

  • 22 jul 2021 / 01:00
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La mayoría de los tertulianos lo ignoran, los políticos no se enteran y en los medios de comunicación nos liamos pero el Tribunal Constitucional ni forma parte del Poder Judicial ni está compuesto por jueces, sus miembros son juristas que deben interpretar las discrepancias que puedan aparecer sobre la Carta Magna. Es, como ocurre en la mayor parte de las democracias occidentales, una institución política en tanto en cuanto sus dictámenes se refieren a cuestiones de ese ámbito y no se debe olvidar tampoco que los designan los órganos supremos de la política: cuatro Congreso y Senado, dos el propio Gobierno y los dos restantes el Consejo General del Poder Judicial. Usamos la muletilla de juristas de reconocido prestigio, cuando apenas se requiere que sean de sólida formación.

Todo esto lo sabe el magistrado coruñés Cándido Conde-Pumpido, uno de los miembros del actual Tribunal Constitucional; él sabe que es un órgano político no en vano durante el gobierno de Rodríguez Zapatero ocupó el cargo de fiscal general del Estado. Conoce también que es discrepante por las interpretaciones dispares y no hay mejor prueba de ello que el recurso a la ley del aborto permanece congelado desde hace diez años.

Por eso sorprendió en ambientes jurídicos y judiciales las descalificaciones hacia sus compañeros que tumbaron el estado de alarma. De ellos dijo que eran legos y juristas de salón, calificó la decisión de extravagante y les acusó de no entender el sistema de derechos fundamentales; es decir, de ser antidemocráticos. No fue un calentón sino que había reflexión previa ya que todas estas reflexiones aparecían contenidas en el borrador del voto discrepante.

Una vez desvelado su contenido los seis magistrados aludidos reaccionaron ante “la falta de respeto institucional” lo que obligó al bueno de Cándido a emitir un comunicado en el que cambia lo de legos y juristas de salón por “de ellos, solo puedo resaltar su integridad, solvencia y compromiso intelectual, así como mi admiración por su profunda formación jurídica y su noble dedicación a la tutela de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos”. Nada más que añadir. Que no es poco. J.A.P.

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