En busca del arca del rupturismo perdida, sola entre iguales

Fuera de foco desde que Pablo Iglesias abandonó el Gobierno aupando a Yolanda Díaz en el Gabinete de Sánchez y a Ione Belarra al frente de Podemos, a esta ministra que se hizo célebre por su particular lingüística de género con extraños sufijos inclusivos no le queda más remedio que seguir buscando su nuevo sitio en el renovado organigrama del espacio oficial rupturista que, aunque en la teoría presume de ser circular y horizontal en la toma de decisiones, en la práctica funciona con parámetros verticales como todas las grandes organizaciones políticas. Como todas las que, por lo menos, lograron llegar algún día al Gobierno, como es el caso. Irene Montero ya consiguió estar dentro de este Ejecutivo, por lo que tiene garantizado pasar a la historia como una de las escasas pioneras de esa izquierda alternativa por la que pocos apostaban. Otra cosa es si su gestión también alcanzará los méritos suficientes para entrar en los libros de esa historia a la que llegaron para cambiarla. Ella no lo tiene fácil porque su Ministerio carece de grandes competencias para que pueda lucirse. Pero una cosa es esto y otra que ascendiera a la sombra de su pareja. Está feo y es de un machismo muy rancio seguir valorando a una mujer por la fama del hombre que tiene a su lado. En este sentido, Irene nada tiene que demostrar. Pero se le ve descolocada. Buscando resituarse. x. r. r. iglesias