Pan, circo y tintorro de verano: la sanidad pública puede esperar

Los expertos alertan ya, sin tapujos, que una nueva ola de covid amenaza con hacer estragos, durante julio, entre la población de más edad y hasta la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha salido a la palestra para recomendar el uso de mascarillas al menos en interiores, aunque parece existir una especie de consigna general de no hablar mucho del tema con el fin de no chafar las vacaciones a quienes ya tienen el bañador, las chancletas y el flotador de pato en perfecto orden de revista. Solo faltaba que ahora cientos de miles de españolitos empezasen a anular, por miedo, las reservas efectuadas en hoteles y restaurantes.

Hay que dejar a la plebe disfrutar un poco, aunque en un escenario de precios disparados, del verano, que ya llegará un septiembre negrísimo en el que, a lo peor, habrá que anunciar recortes de gas y electricidad por falta de suministro suficiente. El covid ataca de nuevo y miles de sanitarios, que también tienen derecho a veranear, han hecho también las maletas para largarse muy lejos después de dos años durísimos. Muchos hospitales quedarán en cuadro, más aún, y algunos especialistas, en un acto de responsabilidad, han decidido llamar la atención para advertir, otra vez, que la situación es insostenible y que todas las unidades, sobre todo las que están en primera línea de fuego para luchar contra el virus, necesitan contar con más personal.

Es el caso del servicio de Medicina Interna del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, cuyo jefe acaba de presentar su dimisión tras recibir, a lo largo de muchos meses, buenas palabras que jamás se concretaron en hechos. Antonio Pose sabe que el verano va a ser de traca en los centros sanitarios y es consciente de que los usuarios no podrán recibir la atención que precisan, así que ha tirado la toalla para ver si los políticos y los gestores públicos reaccionan de una vez. No deberíamos ser muy optimistas. Julio ha llegado y es el momento de organizar saraos de todo tipo. Pan, circo y tinto de verano. La sanidad pública puede esperar. darío casal