Santiago

Colas ante la Catedral, camareros a cien y elogios al mejor pulpo

Sentarse en terraza fue una misión muy difícil y cientos de peregrinos llenaron de vida la ciudad

  • 26 jul 2021 / 01:00
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Santiago. A lo largo de toda la jornada de ayer, sentarse a contemplar el mundo en una terraza era misión imposible en Compostela, una ciudad tomada por la Policía para blindar la diversión. En las calles, repletas de peregrinos y visitantes, las mascarillas recordaban que el milagro del Apóstol aún está por llegar.

Con todo, las colas para entrar en la Catedral y los grupos que se agolparon para ver a los reyes y a sus hijas, que asistían a la Ofrenda al Apóstol, provocaron múltiples situaciones en las que no se respetó la obligada distancia.

Desde primera hora, los alrededores de la Catedral se llenaron de gente. Los visitantes acudían desde todos los alojamientos de la ciudad y desde otras localidades gallegas (muchos llegaron en tren). Es el caso, tal y como recoge Europa Press, de una pareja de jubilados franceses que viajó desde Vigo a Santiago en un día “tan importante”, también para los franceses: “Saint-Jacques es muy querido en Francia. Es una ciudad a la que nos encanta venir”, dicen Katia, Karine y Serge.

Es la primera vez que ellas hacen el Camino, mientras que él lo recorre desde hace años saliendo de Luxemburgo. Katia celebraba su cumpleaños con la alegría de terminar un trayecto que recomienda a todas las mujeres, “porque es seguro y bonito”.

Los visitantes se iban sumando a la cola para acceder a la misa en la Catedral. Pero no todos conocen el mecanismo. Y es que la del mediodía es “sólo para autoridades y Casa Real”, como les explicaba un agente. Quien sí lo tenía claro era Emilce, una colombiana que hizo el Camino desde Villafranca del Bierzo y que esperaba paciente para conseguir un hueco en el templo. “Lo hice por motivos religiosos, así que claro que esperaré”, le dijo al policía.

También emocionada pero “cabreada”, María Rosa, de Tarragona, llegó desde Muxía, y criticaba las horas de larga espera, “porque hay preferencias”, en referencia a la misa reservada para el ámbito institucional. En la cola, Jennifer (alemana) y Frank (estadounidense) se acababan de conocer. Ella hizo el Camino desde Ferrol y él desde Sarria, uno de los puntos preferidos por los peregrinos.

Sin embargo, estos lugares sirvieron para ver los colores de la bandera española que dejaban los aviones a su paso, pero no para aplaudir o increpar a los monarcas, toda vez que la salida de estos se efectuó por la puerta de la Plaza del Obradoiro. Allí, unos 200 privilegiados pudieron comentar en directo el vestuario de doña Letizia, del rey Felipe VI, de la Princesa Leonor y de la Infanta Sofía.

Una joven se fotografiaba ante la Puerta Santa junto a otra que decía a su padre por videollamada que “anoche comí el mejor pulpo de mi vida en la plaza de abastos”.

También fue una jornada de trabajo duro para la hostelería y el comercio, actividades ambas duramente castigadas por la crisis del coronavirus. Los camareros de A Gramola, en Cervantes, no daban abasto para servir cafés, cañas, vermús y “Estrellas del Camino”. Las panaderías también registran colas, y para el dependiente de Labulanxerí, en O Preguntoiro, era “un día muy bueno”. EP

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