De la Alameda al Matadero: las Marías llegan a Madrid

“Pero la de Coralia y Maruja es también una historia de valentía: de coraje, de lucha, de irreverencia, de desobediencia –civil-, y de dignidad. En una palabra: de libertad”. Este extracto corresponde al texto de presentación de la obra de teatro que lleva a Madrid la historia de las hermanas Maruxa y Coralia Fandiño, y que se estrenará el próximo 22 de abril en la Nave 11 del Matadero. La autoría tiene también sello gallego, concretamente de la dramaturga de Rianxo Esther F. Carrodeguas.

Carrodeguas, una de las responsables de la plataforma creativa gallega Butaca Zero, ha querido profundizar en la historia de crueldad que esconden las protagonistas y, a través de ella, hablar de aspectos siempre de actualidad como la violencia ideológica o el machismo. “Maruxa y Coralia esconden detrás de una espesa máscara de maquillaje una gran historia de crueldad. Pero la suya es también una historia de valentía: de coraje, de lucha, de irreverencia, de desobediencia -civil-, y de dignidad”, explica la autora en el texto de presentación de la obra. A través de todos esos aspectos, cuenta la libertad que simbolizan las dos hermanas, desafiando por las rúas de Compostela a las miradas y los prejuicios. Las hermanas Fandiño Ricard caminaban a diario abanderando un estilo de vestimenta que iba mucho más allá de una moda sin trasfondo: era una contestación política a la oscura dictadura.

Tal y como plasma la autora, las Marías fueron “burladas, violentadas, insultadas, silenciadas” sin que nadie consiguiese detenerlas. Una historia que, por su significado, pervive en la lucha feminista actual, y que ahora llega a un teatro nacional de la mano del Teatro Español. La encargada de poner en escena el texto será la directora Natalia Menéndez, responsable en este momento de la dirección artística de dicho teatro. Frente al público, estarán las actrices Mona Martínez y Carmen Barrantes, quienes encarnan una obra con contexto histórico pero de moraleja atemporal.

SU HISTORIA. Nacidas a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron objeto de la discriminación machista y de la ira ideológica entre los partidarios del régimen, víctimas además de una sociedad que las relegó salvo por unos pocos que con su caridad les permitieron sobrevivir. Pese a su propia marginación, y la represión de la Guerra que alejó a su familia de Compostela, las conocidas como Las dos en punto nunca faltaron a su cita con el centro de la capital gallega, a sus coloridos labios y a sus originales vestimentas. Desde 2014, más de treinta años después de sus fallecimientos y gracias al Ateneo de Santiago y a una colecta popular, los restos de ambas descansan juntos en el cementerio de Boisaca, donde se rehabilitó el sepulcro con una placa conmemorativa. Pero, para todos, su presencia pervive a diario en la Alameda compostelana.