Santiago

Férreo ‘marcaje’ policial para evitar el desmadre en la noche de movida

Más de 1.200 personas se concentraron junto a la disco Ruta // Casi veinte fueron denunciadas por consumir alcohol en la calle, ocho por orinar y cuatro por gritar

  • 02 oct 2021 / 01:00
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Continúan las noches universitarias cargadas de euforia. La madrugada de ayer volvió a ser movidita en la capital gallega, pese a que un imponente despliegue policial consiguió blindar las zonas calientes, sobre todo del Ensanche, donde los jóvenes suelen reunirse para sumarse a la fiesta. EL CORREO GALLEGO recorrió las rúas de Santiago la noche de este jueves y la madrugada de ayer para seguir de cerca el desarrollo de una nueva sesión de juerga; tranquila, en términos generales, y sin mayores incidentes, tal y como confirmó a este periódico el concejal de Seguridade, Gonzalo Muíños, quien señaló que aún así se tramitaron multas de hasta 700 euros.

Lo cierto es que el parte de la Policía Local que hizo público ayer el Concello de Santiago deja cifras de consideración. Una vez más, el problema gordo se concentró en el Ensanche, concretamente, en el entorno de la discoteca Ruta, donde en un momento determinado de la noche llegaron a reunirse hasta 1.200 personas, según datos oficiales.

Allí también puso el foco el operativo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad ya desde primera de la noche. Tal y como pudo comprobar este periódico, pasadas las doce de la noche ya había un buen grupo de gente en la pequeña plaza de Barrio Xardín donde se sitúa uno de los accesos a este establecimiento. Hasta allí se desplazaron numerosos efectivos policiales para controlar la situación; y también numerosos medios de comunicación tras la expectación que se generó a raíz de los incidentes que se registraron las últimas semanas.

Los agentes trataron sobre todo de evitar que se celebrara botellón y también de que se respetase el uso de mascarilla. En este contexto, EL CORREO pudo ser testigo de cómo no pocos jóvenes fueron identificados por la Policía tras ser interceptados orinando o consumiendo alcohol en la vía pública. El balance final se saldó con un total de 16 personas propuestas para sanción por consumo de alcohol en el exterior, de las que 12 se tramitaron en rúas del entorno de la discoteca Ruta; y otras cuatro en el parque de Belvís. Además, este periódico también fue testigo de cómo los agentes trasladaron a comisaría a un joven para su identificación tras cazarlo consumiendo alcohol en la calle. Pero el botellón también se extendió a la rúa de Santa Cristina, donde se interceptó un grupo de 20 personas bebiendo delante de un bar, a cuyo propietario se identificó por tener la música demasiado alta.

Otra veintena de muchachos también se echaron a correr cuando avistaron a la Policía Local en el parque de Luis Pasín, al igual que lo hicieron los 200 chavales que montaron un guateque en pleno parque de Ramírez. A todo esto, hay que sumar las ocho multas que se tramitaron por orinar en la vía pública; y otras cuatro por gritar y vociferar en plena calle.

EL CORREO permaneció hasta pasadas las 03.00 horas junto a Ruta. Allí se respiraba un ambiente típico de las noches de los jueves universitarios, aunque marcado por la tensión de la presión policial. Se contaban cientos de jóvenes con ganas de pasarlo bien, aprovechando que por ahora todavía no aprietan los exámenes. En algunos casos, bañados en grandes dosis de alcohol u otras sustancias que hacían aumentar el nivel de euforia. Los controles policiales fueron muy exhaustivos para evitar, precisamente, que la situación se desmadrara.

La juventud respondió con rapidez y responsabilidad, en términos generales, cuando a las tres de la madrugada, tras el cierre de la discoteca, los agentes procedieron a dispersar a los cientos de personas que se concentraban en la zona de acceso a Ruta. En cuestión de diez minutos se vació este punto, si bien a continuación se sucedieron riadas de personas por diversas calles del entorno. Todo apunta a que la fiesta continuó para muchos en los pisos (la policía acudió a catorce). Otros también se fueron a casa con el disgusto de una multa por orinar en medio de la calle sin ningún tipo de contemplación o por beberse el cubata.

A partir de entonces también se complicó la situación en la zona monumental, concretamente en la rúa Cantón de Vieito, donde llegaron a concentrarse unas 600 personas. Los agentes municipales consiguieron desalojar este punto al filo de las 04.45 horas de la madrugada.

“Es injusto que se pretenda criminalizar a los jóvenes”
Los universitarios se sienten perseguidos: “No nos dejan pasarlo bien; ni respirar”

Santiago. De la euforia y la alegría de una noche de fiesta universitaria a las lágrimas y la más profunda tristeza en apenas unos segundos. “Es la primera multa que me ponen en la vida. Mis padres me van a matar cuando les llegue. ¿Hay alguna manera de cambiar la dirección de la notificación?” Son palabras de uno de los jóvenes que la madrugada de ayer fueron sancionados por hacer pis en la vía pública. EL CORREO presenció su conversación con un agente de la Policía Local. Estaba completamente abatido y en su rostro se podía observar el arrepentimiento. “No te preocupes, que no has matado a nadie. Pero la próxima vez lo pensarás dos veces antes de hacerlo”, le respondía el policía con la intención de tranquilizarle. Minutos antes, este diario era testigo de toda la escena, de cómo el chaval cambió el agua al canario en la puerta de acceso a una vivienda, la misma que baldeó poco después su propietario, con un cabreo que pagó regando con la manguera a los periodistas (y equipos tecnológicos) que cubrían la noche de movida.

Más allá de estos hechos, lo cierto es que la madrugada transcurrió sin incidentes de mayor trascendencia. En este contexto, algunos jóvenes quisieron trasladar a los medios que se desplazaron a este punto su malestar por el marcaje policial. “No nos dejan ni respirar. Es injusto que se trate de criminalizar a los universitarios. Solo queremos pasarlo bien y disfrutar un poco después de casi dos años muy duros para todos. Ahora que estamos vacunados deberíamos poder hacerlo, aunque parece que aquí somos los malos de la película”, declaró una joven estudiante de Farmacia en conversación con este diario, al tiempo que añadía que “me parece normal que se vigile que se cumpla el uso de la mascarilla o que se trate de prohibir el botellón en la calle, aunque pienso que es mejor que nos reunamos aquí al aire libre que en los pisos”.

En algunos momentos, la estampa que ofrecía la zona alta de Barrio Xardín recordaba a aquellos polémicos años de la movida compostelana, cuando rúas del Ensanche como la Nova de Abaixo o Santiago de Chile se convertían en una riada de miles de personas, atraída sobre todo por la oferta de ocio nocturno.

Ahora, con el inicio del curso, también se intensificaron las quejas de vecinos por los ruidos que imposibilitan su descanso. Ya no solo por el que se desprende de las fiestas en los pisos, sino también por el que alcanza las viviendas desde la calle. “Santiago es una ciudad universitaria y ello siempre llevará de la mano la fiesta estudiantil”, sentencia un alumno de la USC.

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