Ultramarinos Victoria, el mítico local del Hórreo, cierra tras 90 años para estrenar nueva sede
Mantendrá su nombre y se unirá en abril al que abrió de comidas enfrente, pero irá a la esquina con República de El Salvador 1// Son famosas sus empanadas, además de sus platos tradicionales
Lleva en el Hórreo desde antes de 1929, cuando nació Victoria Seoane, la matriarca de este negocio familiar. Es el típico establecimiento que salva a numerosos compostelanos que de repente se dan cuenta de que les falta algo en su despensa, además de los que buscan sus famosas empanadas y que no dudan en ponerse a la cola para comprarlas.
Ahora, tras más de noventa años en el Hórreo 53, Ultramarinos Victoria cierra para cambiar de ubicación el próximo mes de abril. De todas formas, quienes tienen en este local –que parece que nunca duerme por la amplitud de su horario– su punto de compra diario no deben temer al cambio, ya que seguirá en la misma calle. Estará casi enfrente, ya unido a Comidas Victoria y en un amplio local que hace esquina con la calle República de El Salvador.
El biznieto de Victoria Seoane, Ricardo Chorén, explicó ayer a este diario que “confiamos en que tanto el Ultramarinos como Comidas Victoria, que abrimos enfrente, en el Hórreo, 82-84, hace tres años de forma provisional, podamos juntarnos en la nueva sede el próximo abril”.
El gerente añade que “cogimos el traspaso del antiguo local La Plaza para abrir el negocio de comidas y ahora queremos arrancar juntos en una nueva ubicación como Artesanos Victoria, que nos permitirá seguir con los dos establecimientos aunque habrá novedades, como el take away (comida para llevar), al que añadiremos horario nocturno al del mediodía”.
“La idea es mantener los platos de comida tradicional, donde las empanadas o la tortilla son platos estrella, junto a los tradicionales de cuchara de invierno, como caldo, callos o cremas. Cambiamos la oferta según la época del año, aunque en el nuevo servicio a domicilio vamos a incluir también platos calientes”.
Ricardo señala que actualmente, entre el personal de cocina y el ultramarinos, donde él trabaja junto a su madre y su tía, “somos quince personas”. Reconoce sentir cierto “vértigo” a la hora de abrir nueva sede “en unos tiempos tan complicados, aunque contamos con una clientela fiel que va desde estudiantes hasta familias pequeñas, a las que les sale más rentable coger la comida que hacerla en casa”.