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Con 103 años, el padre Díaz de Rábago es doctor ‘honoris causa’ de la Universidad Católica del Sur de Taiwan

El misionero jesuita gallego es médico y licenciado en Filosofía y Teología// Desde 1947 reside en Asia// Es optimista y trabajador

  • 28 feb 2021 / 01:00
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Esta misma semana una nueva distinción llegó al haber del misionero jesuita Andrés Díaz de Rábago, que con 103 años fue nombrado doctor honoris causa de la Universidad Católica del Sur de Taiwan.

Conocido también por su nombre chino, Lai Gan-lin, que significa “lluvia oportuna” o “lluvia después de la sequía”, nació en A Pobra do Caramiñal, en 1917, es hijo de Andrés y Narcisa y nieto de Joaquín Díaz de Rábago y Olimpio Pérez, dos personas muy sobresalientes en la comunidad durante el siglo XIX.

Su abuelo Joaquín, contó en 2019, en una entrevista con Efe, “promovió el traslado de los restos de Rosalía de Castro al Panteón de Galegos Ilustres. De Olimpio recuerda que su casa fue la primera que tuvo agua corriente en Santiago. También conoció a Valle-Inclán, íntimo amigo de su padre”.

Elegido Premio de Honor Gallegos del Año por este periódico en su XXX edición por su labor evangélica y sanitaria en los lugares más desfavorecidos del continente asiático, fue el galardonado “más querido y aplaudido”, que animó a todos los asistentes al evento social más importante de Galicia “a preocuparse más por los vecinos y practicar la solidaridad”, deseando al mismo tiempo un mayor entendimiento en el mundo y más amor.

Trayectoria. Estudió en el colegio de los Jesuitas de Vigo y en Portugal. Tras la Guerra Civil, obtuvo la Licenciatura en Medicina e ingresó en la Compañía de Jesús en 1940, cuando inicia su formación como jesuita. En 1947 llega a China en medio de la guerra civil entre nacionalistas y comunistas. Es el último sacerdote extranjero vivo ordenado en China desde entonces.

Obligado a dejar la China continental en 1952, es enviado a Filipinas y de allí a Timor Oriental, donde vive una tercera guerra civil siendo profesor del premio Nobel de la Paz Carlos Filipe Ximenes Belo y del primer presidente timorense, Xanana Gusmão.

Optimista, vitalista y trabajador, afirma que “Dios nunca me ha fallado”.

Si el ser humano aprendiese solo un poco del padre Díaz de Rábago, la Tierra sería un lugar mejor.

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