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La decadencia de las civilizaciones islámicas

  • 02 feb 2021 / 01:00
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Cuando el mundo musulmán sale a relucir en el océano de la actualidad cotidiana, casi siempre aparece, sobre todo en el caso de los países del Oriente Medio, unido a la pobreza, la ignorancia, la violencia y las crisis de refugiados. Mucha gente cree que esto siempre fue así, y que quizás lo que ocurre en el presente no sea más que la herencia del pasado. Se han dado muchas respuestas a la pregunta de por qué las civilizaciones islámicas parecen estar en decadencia, y no solo en Oriente Medio, sino en general. Un gran historiador que dedicó toda su vida al estudio de Oriente Medio y la civilización islámica, Bernard Lewis, publicó un libro titulado What went wrong?(Nueva York, 2002) en el que intentó dar algunas respuestas a esta pregunta. Unas respuestas que a pesar del tiempo transcurrido siguen siendo válidas en la actualidad.

Hace unos mil años, en el mundo mediterráneo la civilización islámica estaba muchísimo más desarrollada en los campos económico, literario, científico y filosófico y en todo lo que se refiere a la convivencia con otras minorías religiosas que las propias civilizaciones cristianas: el cristianismo occidental y el bizantino. Debemos señalar que a los “árabes” les debemos la introducción del número 0, desconocido para los griegos y los romanos, la numeración posicional, el álgebra, la mejora de los conocimientos astronómicos y nada más ni nada menos que la vuelta a Occidente de grandes filósofos griegos como Aristóteles. Las obras de Aristóteles y muchos otros autores clásicos fueron traducidas del griego al sirio, del sirio al árabe, y a través del norte de África, llegaron a España, donde fueron traducidas al latín en la Escuela de Traductores de Toledo, en la cual los principales expertos en el conocimiento de las lenguas fueron los sabios judíos.

Si nos centramos en el desarrollo del urbanismo, la industria textil, la metalurgia y las artes decorativas, veremos que la diferencia en España por ejemplo, entre el mundo de Al Ándalus y el mundo cristiano era abismal. Sin embargo, en la actualidad todo lo que había sido esplendor en el Oriente Medio y en los restantes países islámicos parece haberse convertido en un mundo de gente pobre, débil, e ignorante, destinada aparentemente a ser sometida por al superior civilización occidental. ¿Qué pasó?

En el Oriente Medio se han dado diferentes respuestas a esta pregunta. Las más fáciles son las que cargan toda la culpa en un chivo expiatorio, ya sea externo, como los cristianos, también llamados “cruzados”, el capitalismo o el comunismo; o interno, donde la culpa sería de las minorías que viven infiltradas entre los musulmanes.

Durante mucho tiempo se echó la culpa del estancamiento de las civilizaciones musulmanas a las invasiones mongolas del siglo XIII, que habrían puesto fin al califato abasida, o lo que es lo mismo, a la edad de oro del islam. Sin embargo, muchos historiadores no han dejado de insistir en que echarle la culpa a los mongoles no tiene ningún sentido, porque tras su conquista el mundo musulmán alcanzó considerables logros de todo tipo en países como los actuales Irán, India e incluso Afganistán. Además, los mismos historiadores no se cansan de señalar que ese mundo islámico estaba muy debilitado y ya no tenía muchas fuerzas para defenderse.

Cuando el nacionalismo, que es una creación europea, llegó al mundo islámico, surgieron otras respuestas para explicar el estancamiento de las civilizaciones islámicas. Cada pueblo le echó la culpa al otro. Para los árabes, la culpa de todo la tendrían los turcos y su imperio otomano, que gobernó todo el Oriente Próximo durante siglos. Para los turcos, sin embargo, la culpa de todo la tenían los árabes, que eran los que habían gobernado en los siglos anteriores. Y para los persas (los actuales iraníes) la culpa la tendría todos a la vez: árabes, turcos y mongoles.

Cuando en el siglo XIX se produjo la colonización de todo el norte de África y parte de Oriente Medio por los franceses y los ingleses, el principal chivo expiatorio pasó a ser el imperialismo occidental. No cabe duda de que este colonialismo fue en gran parte responsable del estancamiento de las civilizaciones islámicas, pero ese estancamiento ya había comenzado antes de que se iniciase este proceso.

A la vez que a Occidente, también se le echó la culpa de todo a los judíos, que habían convivido en el ámbito del islam prácticamente sin problemas hasta llegar el siglo XIX. Debemos recordar que la mayor parte de los 250.000 sefardíes expulsados de España fueron acogidos con los brazos abiertos por los sultanes musulmanes, que eran plenamente conscientes de sus capacidades artesanales, industriales y comerciales, y que pasaron a ser un componente importantísimo de ciudades como Salónica. En ese mundo florecieron personajes como José Nasí, duque de Naxos, un judío portugués que tras su exilio a Holanda y su paso por Venecia, llegó a desempeñar un papel esencial en el comercio otomano, curiosamente entre otras cosas por ser el principal proveedor de bebidas alcohólicas para el sultán. De la misma manera, su pariente Gloria Nasí, conocida como “la señora”, fue una importantísima empresaria que creó en la ciudad palestina de Safed una gran empresa y fundó una escuela rabínica.

Los judíos son actualmente en gran parte el chivo expiatorio de todos los males del islam debido el problema palestino, que en algunos países ha llevado a interpretaciones tan delirantes de cualquier acontecimiento histórico como el complot entre China e Israel para difundir el coronavirus por el mundo, jaleado por los partidos neonazis que existen por ejemplo en Afganistán. Este antisemitismo está muy difundido en el mundo musulmán, tanto en la educación como en los medios de comunicación.

Otra de las explicaciones de la decadencia sería la que culpa de ella a la propia religión musulmana. Esta explicación carece de sentido si tenemos en cuenta el desarrollo de la filosofía y las ciencias en el mundo musulmán medieval y el esplendor del comercio con Occidente y con el Lejano Oriente que se alcanzó en esa época. Fue gracias a musulmanes y judíos que las especias y tejidos de la India llegaron a Europa. el islam medieval también fue un mundo de tolerancia, los judíos vivían mucho más cómodos en él que en el mundo cristiano, e incluso cristianos disidentes encontraron refugio en los países musulmanes. Podemos destacar que el más grande filósofo judío de la Edad Media, Maimónides, que fue a su vez un gran médico y teólogo, tuvo que huir de su Córdoba natal ante la llegada de los integristas almohades del norte de África y encontró refugio en El Cairo, donde se convirtió en médico del sultán, y desde donde su obra Guía de los perplejos se difundió por toda Europa.

hay otro tipo de respuestas a la pregunta. Para muchos creyentes musulmanes, todos sus males se deben precisamente al abandono del islam. Para ellos todas las desgracias y todos los fracasos de los países islámicos se deben a la relajación de las prácticas religiosas y a la introducción de costumbres y modas extranjeras. Serían éstas las responsables de que el islam hubiese perdido todo su antiguo esplendor. Eso dicen los tradicionalistas, porque los reformadores o modernistas musulmanes dan la interpretación contraria: la culpa de la decadencia se debería al rigorismo religioso y a la inflexibilidad y omnipresencia del clero islámico. Ese clero sería el culpable de que creencias y prácticas que tenían sentido en otras épocas, pero ya no en la actualidad, lastren toda la vida social y económica. Estos modernistas no están contra el islam, sino contra el fanatismo, y es a ese fanatismo de algunas autoridades religiosas al que atribuyen el estrangulamiento del desarrollo científico, el pensamiento y la libertad de expresión.

Está claro que ni las invasiones de los mongoles ni las disputas nacionales entre turcos, árabes y persas ni la colonización occidental y el imperialismo, ni las “conjuraciones judías” pueden ser consideradas como las causas de esta decadencia. entonces, ¿cuáles son esas causas?

(Continuará)

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