ENTREVISTA
Valérie Tasso. Sexóloga

“La gente quiere tener una pareja, pero dice: ‘No nos manchemos demasiado’. Y el amor es mancharse”

30 sep 2020 / 00:00
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“El amor no se encuentra, se construye”, aseguró en su intervención en el marco del Festival de Filosofía que se celebró la semana pasada en el Consello da Cultura Galega. En el debate abordó la falta de ética en el amor, de la mercantilización de la sexualidad y de cómo estamos totalmente condicionados por las plataformas tecnológicas.

Escritora, sexóloga, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) y embajadora para España de la marca sueca de objetos de placer de lujo, LELO. ¿Todo lo que se etiqueta con la palabra ‘amor’ lo es, Valérie?

Claro que no. Primero hay que saber lo que es el amor. Es un concepto maravilloso, pero complejo de explicar, se suele mezclar con el enamoramiento, ese momento de trance absoluto, de locura por esta bioquímica que de repente nos hace ver el mundo de otra manera porque hemos encontrado a ‘la’ persona. Pero esa pasión, ese flechazo que produce el enamoramiento menos mal que acaba, porque no hay cerebro ninguno que pudiera aguantar este chute bioquímico. Y ahí o las parejas se separan porque han agotado esa fase o deciden cultivar este gran sentimiento que es el amor.

Dices que el amor es una ética.

Amor y ética diría que son sinónimos. Significa que cuando amas procuras que la otra persona se sienta bien. Si solo hay una voluntad propia, entonces eso no es amor, es egoísmo. Es farragoso y su idealización es errónea porque cuando dicen que no duele, a ver... Tienes que renunciar a muchas cosas, no a tu individualidad, pero duele en el momento en que hay un compromiso verdadero y nos tenemos que apoyar el uno sobre el otro.

¿Es renunciar o establecer otras prioridades?

Yo creo que es establecer otras prioridades, pero hay renuncias, es obvio. Por ejemplo, si el otro se pone enfermo y amas profundamente a esta persona, te quedas a su lado. Pero la renuncia no necesariamente es mala. El amor no se puede negociar y tienes que estar dispuesto a poder renunciar a ciertas cosas. Si no, no hay amor. Te recomiendo ver la película Amour, de Michael Haneke.

¿Y eso de que limita la libertad?

La coarta, pero es gratificante a la larga, y eso –que parece una paradoja– nos hace ser más libres. Amor es compromiso y la gente quiere amar, pero no comprometerse.

Pero eso es incompatible con el amor.

Totalmente. Hoy en día en esta sociedad en la que nos venden cuerpos por Tinder, siempre pensamos: ‘Puedo estar mejor’, y es cierto que siempre se puede estar mejor en todos los sentidos. Entonces, en el amor, hoy en día lo que veo es que no hay amor. Se quiere establecer una pareja, pero... ‘No nos manchemos demasiado’. Y el amor es mancharse. Y las parejas hoy en día no aguantan. Ven el catálogo de Tinder y piensan: ‘Ah, seguramente con esta persona estaría más feliz’.

Antes la gente se separaba porque no se llevaba bien; ahora, porque puede encontrar algo mejor. ¡Es terrible!

Y entonces... aplicaciones como la que mencionaste, ¿hacen al ser humano más vago? Eso de empezar a conocerse así, por mucho que puedan ajustarse los gustos...

Sí, porque el amor se trabaja. Y el Tinder miente, al igual que todas las app para encontrar pareja. Además, te venden ideas como: ‘Encuentra el amor sin esfuerzo’.

Tú te enamoras, tienes relaciones sexuales y luego ya veremos si pasamos a una fase superior –pura cultura, en el fondo–, que es trabajar el día a día con esta persona.

Tinder es más una app para encuentros casuales, que no te digo que no puedas encontrar el amor, pero realmente te venden el consumo. Marx hablaba del fetichismo de la mercancía, y ahora se aplica a los cuerpos y a las personas.

Somos cada vez más individualistas y ahí hay una contradicción, porque por otra parte se crean comunidades para defender todo tipo de derechos. Y eso es muy curioso.

Además, cada pareja pone sus normas, y digamos que las opiniones externas no deberían contar.

Cierto. El qué dirán, a pesar de que hoy en día podemos decir cualquier cosa en redes sociales,–porque se ha democratizado mucho la opinión, pero no el conocimiento, desgraciadamente–, y se supone que ya no nos afecta. Pero es mentira, porque todo lo que veo son debates infames para poner a parir al prójimo.

Cada pareja es un mundo, pero lo que no cambia jamás es lo que te he dicho, que el amor es ética.

En la serie ‘Sense 8’, de las hermanas Wachowski, el amor y sus múltiples formas está muy presente. De hecho, hasta tratan el poliamor...

El poliamor es un concepto que no es nuevo, aunque la palabra aparece en los 90. Ha habido intentos de amor libre como el movimiento hippy, que fue un fracaso total.

El poliamor, en la teoría, es fantástico y maravilloso. Éticamente impecable, pero sus preceptos no dejan de ser utópicos: tú amarás a las personas que amas de la misma manera. Pero se olvidan de algo fundamental: el amor es jerárquico. Es decir, puedo amar a mi pareja y también a mi amigo y también amo a mis animales y a mis hijos; pero siempre amaré más a mis gatos que a mis perros. Y dentro del grupo gato, siempre tendré un preferido.

Yo puedo tener relaciones sexuales con una persona que no sea mi pareja, amarle muchísimo; pero si tengo pareja, lo voy a poner en el top del ranking.

¿Y por qué es jerárquico? Porque es comparativo. Y amarnos todos igual sin que haya preferencias es una falacia. Y al final, cuando amas a todo el mundo, es mentira, porque no amas a nadie. Siempre hay una persona a la que admiras más. Y además, el poliamor lo que intenta hacer, y eso es muy interesante e importante, es hiperracionalizar el amor, olvidándonos de su característica fundamental: los humanos estamos atravesados por la irracionalidad. Porque el amor es un arrebato, que da sentido a tu vida (no hablo de media naranja ni de estas tonterías del amor romántico); por eso es tan misterioso y tan complejo de definir. Tener la misma ética amorosa hacia varias personas es muy complicado, porque puede funcionar una temporada (no te digo que no), pero conozco mucha gente poliamorosa que ha acabado fatal.

Siempre suelo aplicar esta frase, que es fantástica: Un poco más de paciencia. Todo acabará mal.

No entiendo a quien dice que “portarse mal con la persona amada es patriarcal”. ¿No habría que cambiar el adjetivo ‘patriarcal’ por otro?

Estoy un poco hasta los ovarios, cariño, de la palabra patriarcal, que se usa a diestro y siniestro, como el término facha, por ejemplo.

Sí que es verdad que todavía vivimos en una sociedad patriarcal, muy anclada en nuestros genes. Pero antes de dar un adjetivo al amor, vuelvo atrás, y a la filosofía: ¿qué entendemos cuando hablamos de amor? Si tratas mal al otro, no es ético. Punto. Y solo vemos lo que queremos ver, porque hay sociedades donde la mujer manda y mucho, como la italiana, donde a la Mamma se la respeta.

¿Pero si es la mujer la que trata mal al hombre?

Hoy en día, con esta cuarta ola de feminismo –que me parece genial, pero bien entendido– vienen los discursos un tanto estúpidos de: ‘es una minoría’. Y por ser minoría, ¿no se tiene que tener en cuenta?

Me faltó tiempo para seguir conversando con Valérie Tasso, una mujer a la que hubiese escuchado horas y horas. Posee el conocimiento suficiente para defender aquello en lo que cree, sus argumentos son sólidos, y no por ello trata de imponer sus creencias. Abran la mente, fuera prejuicios, abandonen la frivolidad y aprendan: el sexo es más que una cuestión de genitalidad. Y el amor... lo es todo.

“Amor, una justificación para poder follar”

¿Por qué se ve el sexo como algo malo? Si en casa, los niños te preguntan, lo lógico sería responder con normalidad, Valérie.

“Estoy totalmente de acuerdo contigo. A la fecha de hoy, en los ‘millennials’ y ‘centennials’, hay una cosa que me llama mucho la atención: ahora que estamos intentando desmitificar el amor romántico, da la sensación de que se vuelve a esto. Pero el amor siempre ha sido una gran justificación para poder follar, sobre todo en las mujeres, para poder jargumentar sus ganas de mantener relaciones sexuales, y sigue siendo así.

El sexo sigue siendo tabú porque siempre se ha transmitido como un problema, nunca como un valor. Trasmitir valor es hacer educación. Urge de verdad una educación sexual íntegra (no implica hablar solo de métodos anticonceptivos, de advertir de enfermedades de transmisión genital). Los que están en contra de la educación sexual piensan que solo hablamos de esto los sexólogos y no es así: hablamos del deseo, del amor, del respeto al Otro, así, con la ‘O’ mayúscula... Y urge para que el joven tenga las ideas más claras sobre algunos conceptos, que no caiga fácilmente en algunos topicazos y aprenda a respetar. Así evitaríamos también el maltrato. Es fundamental.

También creo que se tiene que hablar en casa, siempre y cuando los padres estén cómodos. Si no se sienten así, es mejor no decir nada y que se metan en manos de sexólogos, que somos los que hacemos asesoramiento y educación sexual, porque si no el niño ve cuando hablas de algo que no te apetece mucho. Entonces, le transmites cierta tensión sobre un tema que no se lo merece”.

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